Petra, Jordania: Un tesoro labrado en la piedra

AutorOctavio Pineda

WADI MUSA, Jordania.- Entre los cañones eternos del sur de Jordania, la capital del antiguo reino nabateo permaneció oculta para el mundo occidental por más de 300 años.

Su redescubrimiento fue en 1812, cuando el aventurero suizo Johann Burckhardt convenció a un guía beduino de que lo llevara a lo que se rumoraba era la ciudad perdida de Wadi Musa.

Resguardada como un tesoro al interior de montañas rosas, para ingresar a Petra ambos debieron recorrer una estrecha garganta, con paredes de hasta 100 metros de alto, que serpentea a lo largo de 1.2 kilómetros.

Al final del estrecho cañón aparece el símbolo más representativo de la antigua ciudad: Al Khazneh (El Tesoro), templo-tumba con una fachada de más de 40 metros de alto que desde las primeras expediciones se vio envuelto por el mito del cual deriva su nombre.

Los primeros exploradores creyeron que la urna que corona la fachada era hueca y que contenía un tesoro. Más de uno intentó quebrarla con su arma de fuego y las marcas de las municiones aún se aprecian.

En su época de esplendor, la ciudad fue admirada por su refinada cultura, su imponente arquitectura y sus ingeniosos sistemas de almacenamiento y distribución de agua.

Las ruinas de templos, tumbas, un teatro romano, monasterios y casas-habitación se distribuyen a lo largo de un montañoso valle, en cuyas laderas se ubican muchas de las construcciones más importantes.

A pesar de su redescubrimiento por Burckhardt, no fue sino hasta 1924 que se llevaron a cabo las primeras excavaciones arqueológicas, bajo la supervisión de la Escuela Británica de Arqueología, con sede en Jerusalén.

Desde entonces, investigaciones de equipos de arqueología jordanos y extranjeros han descubierto diversas áreas de la ciudad, y revelado mucho de la vida de sus antiguos habitantes: los nabateos.

Pueblo de origen árabe que se asentó en el noroeste de la península arábiga desde fines del Siglo 4 antes de Cristo y que dominó la región hasta el año 106 de la era cristiana, los nabateos controlaron las rutas comerciales que se dirigían de Arabia hacia el Mar Rojo.

Recaudaban cuotas y daban cobijo a caravanas cargadas de mirra, especies y sedas de la India, marfil africano y pieles de animales.

En el clímax de su imperio, la civilización nabatea se extendió hasta Damasco, la actual capital de Siria, y parte de los desiertos del Sinaí, en Egipto, y del Neguev, en Israel.

Su creciente influencia y prosperidad fue vista como una amenaza por Roma, y en el año 106, el Emperador troyano anexó el reino nabateo a la provincia romana...

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