¡De pesadilla!

El Azteca se apagó, el silencio dolió tanto como la eliminación, nadie atinaba a procesar lo que había ocurrido en cinco minutos.

Decenas de aficionados querían despertar, vivían una pesadilla. América había caído 4-3 (7-5 global).

En un abrir y cerrar de ojos el campeón fue directo a la lona, víctima de sus errores; los zagueros y sus excesos, los delanteros sin tino y un técnico que se equivocó al querer afianzar un marcador que nunca fue definitivo.

La defensa, esa que les pasó factura todo el torneo y que parecía haber tocado fondo luego de varias goleadas, otra vez equivocó los movimientos, falló al permitir un gol tempranero de Cristian Penilla al minuto 6, se excedió con la falta de Paolo Goltz sobre Hirving Lozano que dejó a los azulcremas con 10, y el golpe final lo asestó Pablo Aguilar en el último minuto, metiendo la mano para cometer penal, ese por el que casi se comen vivo al árbitro.

Esa vieja idea de que el arbitraje ayuda al América se fue por la borda, al silbante no le tembló la mano para marcar la pena máxima que Darío Cvitanich hizo realidad para aniquilar al campeón.

Michael Arroyo iba con un nudo en la garganta y los ojos llenos de lágrimas, había hecho su esfuerzo por meter al equipo en las Semifinales, con su gol de buena manufactura los tenía adentro al minuto 87, nunca imaginó lo que estaba por venir.

A Paul Aguilar los calambres no lo dejaban continuar, Darío Benedetto, su impotencia fue enorme, desde la banca sólo pudo repetir maldiciones y empujones.

Sambueza estaba muerto, sus piernas no daban para más, pero no contó con las fallas de sus compañeros, apechugó como buen capitán.

Oribe apretó la mandíbula para que la tristeza no se le subiera a los ojos, cuando vio pasar...

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