Perú: no habrá luna de miel

(Embargada para sitios en internet hasta las 24:00 horas locales)Ricardo BecerraEL UNIVERSALLos peruanos están exhaustos. Exhaustos y también visiblemente perturbados por la posibilidad de que gane el de enfrente, el otro, el candidato que a los ojos de cada uno, representa todo lo que sería fatal, desgraciado, inadmisible.Al menos en Lima, los ciudadanos parecen tener fija y bien puesta su propia fobia. Ollanta Humala representa el miedo al despeñadero económico, el chavismo embozado, el retroceso populista. Keiko Fujimori, la corrupción, el retorno de la oligarquía incontinente que no conoce límite, siquiera, en los derechos humanos. La empresa Ipsos midió el estado de ánimo de los peruanos: 40% nunca votaría por el coronel radical y de escasas credenciales democráticas; 39% de ellos jamás lo haría por la hija del ex presidente preso por crímenes de lesa humanidad.Ante tan dura polarización, resulta curioso que los limeños, al ser increpados, casi siempre coincidan en algo: sin demasiado entusiasmo elegirán a quien -surgido del azar y de las leyes de la doble vuelta- será capaz de detener a la amenaza peor. Como afirman varios comentaristas muy influyentes: aquí no se vota, "se anti-vota", es decir, se vota para cerrar el paso, evitar e impedir.El carnaval electoral peruano está a punto de cumplir un año y su trayectoria informa muy bien de las patologías típicas de la segunda vuelta en estas condiciones imposibles: al arrancar, todas las candidaturas se entregaron a un concurso desenfadado de irresponsabilidad y vanidad personal. Once partidos escuálidos -más que partidos, "movimientos-redes", aventuras electorales de sus líderes- se entregaron a un alegre juego en el que las opciones conocidas y experimentadas (ex alcaldes, ex ministros, ex presidentes) se atomizaron, rivalizando entre sí, pulverizando de ese modo al voto moderado y centrista.En la expresiva y veleidosa primera vuelta, los centristas se dedicaron a figurar, a singularizar su propia y especial candidatura, lo que acabó abriendo las compuertas a las opciones provenientes del extremo. Cualquier alianza de los políticos centristas garantizaba el pase a segunda vuelta por sobre la candidata de Fuerza 2011, pero ninguno estuvo dispuesto renunciar a su aspiración y de ese modo, el fujimorismo resucitó con fuerza.Lo que siguió fue un periodo de dos meses intensos que hoy mismo libra su batalla decisiva. La segunda vuelta se volvió un territorio de crueles paradojas: mientras...

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