El perfume es el pretexto

AutorCarmen González

Enviada

Grasse, Francia.- Carretas cargadas de flores frescas tiradas por exhaustos jumentos llegaban por cientos al centro de esta ciudad francesa. En ella habitaba apenas un centenar de personas dedicadas principalmente a la industria del perfume, la cual, en aquel lejano siglo 17, requería de miles de flores para lograr apenas unas gotas de exóticas esencias.

Se trata de Grasse y de sus perfumerías, que son el pretexto ideal para dar un paseo por su antiguo casco y disfrutar de una de las villas más aromáticas de Francia.

Para atrapar su fragancia, conviene arribar muy temprano al centro de la urbe, justo en la Plaza del Palacio del Congreso, y, desde ahí, basta con atravesar el Bulevar Fragonard, rumbo al este, para encontrarse de frente con la angosta calle Jean Ossola, puerta de entrada a la Ciudad Vieja.

Así comienza la caminata entre calles con muros descarapelados. A la derecha de la Jean Ossola, está la calle Tracastel, donde se encuentra la capilla de Santo Tomás, que data del siglo 17. Hay que prestar atención, pues el crecimiento de la ciudad dejó esta capilla encerrada en medio de otras construcciones, y lo único que la distingue como templo religioso es su puerta ricamente tallada en madera.

A pocos metros de ahí se encuentra la calle San Martín, que desemboca en la plaza del mismo nombre, y frente a ella se erige una portentosa obra del siglo 12: la Catedral de Nuestra Señora de Puy, ejemplo del estilo arquitectónico romanesco de Provenza. A la izquierda de esta construcción se encuentra la Plaza de Petit Puy, la más antigua de todo Grasse.

Tras un provechoso paseo, es momento de regresar a la esquina del...

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