PERFILES Y RASGOS

AutorHoracio Andrade

PENSAR MAL

John Kenneth Galbraith, gran economista norteamericano, llamó a la nuestra la "Era de la incertidumbre" porque, en pocas palabras, en ella todo puede pasar. Dado que las certezas se acabaron y sólo nos quedan probabilidades de que se den diversos escenarios, nuestra forma de ver el futuro tiene que cambiar.

Cuando el entorno era más estable y las cosas no sucedían tan aprisa, la planeación era un ejercicio relativamente sencillo de llevar a cabo; ahora es muy complicado porque la cantidad de variables que impactan sobre los ámbitos político, económico, social, tecnológico y hasta climático es tal, que preverlas todas es una labor poco menos que imposible.

Quizás por eso, hace unos años más de la mitad de los mil 500 altos directivos entrevistados por IBM en todo el mundo confesaron que dudaban de su propia habilidad para lidiar con un entorno que cada día se vuelve más volátil, y complejo e impredecible.

Hoy en día, la gestión del entorno y la administración de riesgos son prácticas tan necesarias, que de ellas puede depender en buena medida la supervivencia de una organización. Como en cualquier momento podría generarse, desde fuera o dentro de ella, un evento que la pusiera en crisis, es indispensable que tenga las antenas siempre activas para detectarlo a tiempo, y que desarrolle una capacidad de respuesta rápida y efectiva para hacerle frente.

Entonces, tener la flexibilidad suficiente para "atajar las bolas" que le manda el entorno es crucial si quiere permanecer; pero también resulta fundamental que pueda prevenir las contingencias y adoptar las medidas que le permitan evitarlas, o resolverlas exitosamente si de todas formas se llegaran a presentar.

Aunque está muy de moda la "psicología positiva", que nos dice que hay que ver todo con ojos optimistas y tener una buena actitud ante la vida en general, por lo menos en materia de gestión de riesgos, hay que pensar siempre mal... para no acertar. Esto significa que si pensamos acerca de lo que podría sucederle a nuestra organización, sería más factible evitarlo. Es como Murphy al revés: si algo puede no salir mal, no saldrá. ¿Cómo lograrlo? Imaginando el peor escenario posible.

Encontrar posibles problemas

No todas las organizaciones enfrentan los mismos riesgos. Algunos negocios o entornos son más proclives a que los vientos sean huracanados y ataquen sus costas, que otros. Por tal motivo, cada una tiene que realizar su propio ejercicio para detectar aquellos acontecimientos...

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