PERFILES Y RASGOS

AutorHoracio Andrade

ANTE LA CRISIS, OBJETIVIDAD

Quienes vivimos en una época como la que nos ha tocado no deberíamos ya angustiarnos demasiado cuando vemos delante nuestro un panorama caracterizado por una alta incertidumbre.

La modernidad líquida, el entorno VUCA, el mundo desbocado, el "Not knowing", todos esos epítetos que se utilizan para describir la nueva realidad por la que atravesamos, son un claro signo de que las cosas ya cambiaron, de que, como decía Válery, el futuro ya no es lo que era.

Sin embargo, el hecho es que hacía mucho tiempo que un inicio de año no generaba tantas expectativas negativas como ahora. El cambio de gobierno en los Estados Unidos y todos los temores que éste trae consigo, hacen que en el mundo, y en nuestro país en particular, se respire una atmósfera de pesimismo y una gran expectativa respecto a lo que vaya a suceder en los próximos meses.

Pero así como hay quienes asumen una actitud catastrofista y ven negro el panorama por venir, hay quienes consideran que el sólo pensar positivamente conjurará todos los peligros y remediará casi mágicamente la situación. Como suele suceder, los extremos son malos porque, por su misma ubicación, no admiten posiciones intermedias. Es entre uno y otro donde casi siempre se encuentra la solución.

Por un lado, el catastrofismo lleva al desánimo, a la frustración, al sentimiento de que nada se puede hacer, de que uno está a merced de fuerzas que lo superan, y esto trae como consecuencia que las personas se paralicen, convirtiéndose en veletas movidas a su antojo por los vientos del cambio.

El resultado más probable es que las cosas sucedan tal como se temieron y la profecía se autocumpla, por el simple hecho de que la falta de acción, la pasividad, el esperar lo que venga sin hacer nada por cambiar la perspectiva, permita el paso a las consecuencias negativas de la crisis.

Por otro lado, el optimismo desbordado, que consiste en pensar que por el simple hecho de desear las cosas éstas se darán en los términos en los que uno quiere, también puede llevar a un estado de frustración cuando se comprueba que no bastaba con eso para remediarlas. Aunque por razones diferentes, al igual que el catastrofismo, el optimismo desbordado genera pasividad y la pasividad, ciertamente, no mueve montañas.

Actuar, no solo desear

Que no se piense que no hay que ser optimistas ante las circunstancias inciertas o francamente adversas. No hay ninguna duda de que tener una actitud positiva será siempre mejor que una...

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