PERFILES Y RASGOS

AutorHoracio Andrade

CREATIVIDAD DESAPROVECHADA

En un mundo en el que todo cambia rápidamente; en el que, parafraseando a Wayne Gretzky (el mejor jugador de jockey sobre hielo que ha existido), hay que correr hacia donde va a estar el disco y no hacia donde ya estuvo, y en el que el entorno, con todos sus actores y fuerzas, plantea retos nuevos todos los días a las organizaciones, éstas deberían crear semilleros de ideas, para motivar a sus colaboradores a pensar en cómo generar y/o mejorar productos, servicios y procesos.

Algunas empresas han emprendido programas tendientes a desarrollar y consolidar culturas innovadoras, y se han dado cuenta de que los resultados siempre son positivos. Cuando se abre la llave de la creatividad, y se sabe canalizar adecuadamente a las ideas para que redunden en beneficios reales y tangibles, las cosas empiezan a cambiar para bien.

Contrariamente a lo que suele creerse, las personas, independientemente del nivel en el que estén o de la función que desempeñen, son capaces de pensar en soluciones y alternativas diferentes, de imaginar, de romper los viejos y anquilosados moldes, de proponer y de tomar la iniciativa.

Hay que partir de la premisa de que nadie conoce mejor una actividad que quien la realiza, por lo que tampoco nadie puede pensar mejor que esa persona la forma de cambiarla para hacerla más productiva, más eficiente, más barata, más sencilla, más funcional y hasta más estética.

La creatividad, entonces, está ahí, siempre ahí, en cada uno de los colaboradores. Sobre todo en una cultura como la nuestra, rica y variada, colorida y exuberante, las ideas afloran constantemente, vuelan libremente por los espacios de la organización, se cuelan por todos lados y abren caminos inexplorados y prometedores.

El problema es que la mayoría de las veces, esas ideas no se aprovechan; peor aún, se acaba con ellas, se les mata apenas empiezan a aletear de una cabeza a otra.

Pareciera que las organizaciones tienen cazadores profesionales de ideas, cuya consigna es dispararles en cuanto hacen su aparición. La consecuencia, triste pero real, es que lo que pudiera ser un vergel de la imaginación, termina convirtiéndose, en un buen número de empresas, en un cementerio de esperanzas.

Lo que mata a las ideas

Son varias las formas como se puede matar a las ideas. A veces el arma es el miedo a lo desconocido, a veces es la resistencia a dejar la zona de confort, a veces es el temor a perder algo (dinero, poder, estatus, habilidades), y otras...

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