Perfiles y Rasgos

AutorHoracio Andrade

LA ESENCIA DEL COACHING

La práctica del coaching se ha generalizado en los últimos años, a tal grado que en algunas empresas se le ha llegado a considerar ya como una panacea. Ciertamente no se puede negar que puede resultar, y de hecho muchas veces resulta, muy útil para apoyar a los ejecutivos en su proceso de desarrollo, o para que resuelvan exitosamente los retos y situaciones que enfrentan en su trabajo.

Sin embargo, también es cierto que no puede verse como el remedio para todos los males, ni como la varita mágica que va a solucionar automáticamente los problemas; no hay ninguna herramienta, método o técnica que pueda jactarse de serlo.

Por otro lado, como todo lo que experimenta un boom, a menudo el coaching es practicado por personas que no tienen la preparación adecuada para hacerlo, y que simplemente se han trepado a la cuesta de la ola para aprovechar sus ventajas. Esto hace que con frecuencia, se cometan algunos errores o se lleven a cabo algunas acciones que en realidad no tienen nada que ver con lo que constituye la esencia misma del coaching.

Hay que considerar que éste es un proceso que busca ayudar a las personas (y también a los grupos) a mejorar, pero lo hace de una manera muy diferente a los métodos que podríamos llamar "prescriptivos". Esto significa que no se centran en quien proporciona la ayuda, como podría ser el caso de la relación médico-paciente, sino en quien la recibe.

En otras palabras, la mejora debe darse como consecuencia de lo que el coachee piensa y hace por sí mismo. Lejos de crear dependencias, el objetivo es que quien recibe la ayuda encuentre sus propias respuestas y determine el curso de acción que deberá seguir. El papel del coach, entonces, es facilitar que esto suceda.

Centrar el proceso de ayuda en el cliente es algo que a muchos les resulta difícil. La tentación de actuar como el experto, de asumir un rol protagónico y hasta mesiánico, y de acaparar el mérito del éxito finalmente obtenido, es muy grande. El coach, entonces, debe ser, antes que nada, humilde; de lo contrario, el proceso tomará un rumbo completamente distinto al esperado en una relación de este tipo.

Centrarse en el cliente

Para centrarse en el cliente y no en él, el coach debe desarrollar actitudes y habilidades que le permitan que sea el otro el que reflexiona, analiza y responde. La primera de ellas es sin duda la empatía, que consiste básicamente en salir de sí mismo, de la manera particular de ver las cosas, de las opiniones...

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