Perfiles e Historias / El político ilustrado

AutorDaniel de la Fuente

Todos los caminos en la vida de Lucas de la Garza llevan a su padre.

Sea al hablar de su infancia, educación, valores, su incursión como productor en el campo o como político, el nombre del ex Gobernador Arturo B. de la Garza siempre sale a relucir: "Papá decía...", acota siempre. "Papá pensaba...".

A veces compara idearios, acciones, y suele recordar una de las cualidades de Arturo: su hombría.

"Yo no soy valiente, por no decir cobardón, a excepción de si me tocan un hijo", refiere. "Papá sí y tan valiente fue que lo vi morirse a los 47 años como quien va a la esquina. 'Aquí no hay quien se quede, Morena', le decía a mamá (Morena González Salinas), cuando le reclamaba que hablara sin angustia de su muerte próxima. 'Estamos de paso'.

"Nunca lo escuché protestar '¿por qué yo, tan joven, con seis hijos?'. No le entró, como a otros, la fe en las últimas horas".

Lucas, en sus 80 años cumplidos el martes pasado, no lo evoca de un tiempo acá. Ha tenido presente toda su vida a aquel gigantón que vino del pueblo conocido por sus pistoleros, Bravo, Nuevo León, aunque no era de armas, y quien fue el primer gobernador de seis años. A los 44 años salió del cargo a su rancho, en 1949, pero al año un infarto lo confinó meses a una cama.

Se levantó. Iba a dirigir la campaña presidencial de Adolfo Ruiz Cortines, pero otro accidente cardiovascular lo mantuvo nueve meses en un hospital del DF hasta su muerte, en 1952. Lucas estaba ahí: su padre le regaló La sombra del caudillo, autografiado por su autor, Martín Luis Guzmán, quien pagó el ataúd que traería al ex Mandatario de vuelta a Nuevo León.

Aquel chico, el primogénito de seis hijos, tenía 17 años y se vio entonces con un porvenir inmenso, pero sin su padre.

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Seguramente la congruencia y honestidad del ex Gobernador en el quehacer público estuvieron presentes en Lucas al renunciar en diciembre al PRD, partido que fundó en 1989 junto a Cuauhtémoc Cárdenas, quien también desertó.

Lo dijo en su carta del adiós:

"El proceso de descomposición se ha ido acrecentando y la gravedad de las prácticas y desviaciones políticas lastiman profundamente a quienes formamos y quisimos al partido", escribió. "Yo ya no me reconozco en él -tampoco mis hijos y muchos jóvenes-, siendo ésta la razón de mi dolorosa decisión".

Argumenta ahora: "No tienen arreglo, se burocratizó, todos viven de la política. Yo jamás viví de ella".

Lucas está sentado a la cabecera del comedor en su casona sencilla de amplio jardín en el Municipio de San Pedro, lugar de encuentro casi diario de infinidad de figuras provenientes de todas las ideologías.

Ahí, el político anima la discusión. De ceño que aparenta el de un furibundo, es, al contrario, un simpático contador de anécdotas que salpica eventualmente con anorteñadas...

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