Perfiles e Historias / Notas pasión de una

AutorDaniel de la Fuente

Fue en uno de esos días de septiembre, pero de hace 58 años, cuando José Luis Wario Díaz llamó a la puerta de la casa del músico José Hernández Gama, en la Colonia Vista Hermosa.

Procedente de su natal Lagos de Moreno, Jalisco, de donde también es originario Hernández Gama, Wario llegó sin avisar. Tenía 21 años.

"¿Te acuerdas, José Luis, cuando llegaste siendo tan jovencito?", le recordó la esposa del director coral en el homenaje que le brindó Conarte a Wario el pasado 19 de agosto.

El músico, hoy de 79 años, sonrió conmovido.

"Hasta traía mi cajita de cartón", bromeó, y la esposa de Hernández Gama le dijo risueña que no era para tanto, aunque lo que llevaba apenas si le alcanzaba para un mes.

"Llegué con lo necesario para mantenerme esos días y unos pantalones para lavarlos a cada rato", cuenta Wario hoy en la sala de su casa, espacio en el que predominan algunos reconocimientos, una pintura de su padre, fotos familiares y un piano Hammond que compró hace medio siglo en Casa Durc.

Quería ser cantante. Llegó a Monterrey porque Hernández Gama, entonces titular de la Escuela Diocesana de Música, le dijo vía telefónica que si quería hacer una carrera podía venir aquí, a Morelia o a Guadalajara. Eligió la Sultana del Norte.

Cuando se le pregunta si ha repetido esa temeridad en su vida, Wario no se lo piensa: dice que sí, pero que en aquel momento no dudó en tomar distancia de casa.

"Yo quería vivir de, en y por la música", afirma y roza con su mano las teclas de su piano. "Y sabía que aquí en Monterrey podía hacer realidad mi sueño".

Y así fue.

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Nacido el 9 de julio de 1936, el músico fue el undécimo de los 16 hijos que tuvieron en Lagos de Moreno el pintor Esteban Wario Hernández y Mercedes Díaz Ornelas.

Desde pequeño supo que quería cantar, así que el día que José Guadalupe Vázquez, sacerdote del Templo de Nuestra Señora de la Merced, le pidió al laguense Juan Aldana que formara un coro infantil, Wario fue de los primeros.

"Tenía 12 años", sonríe este hombre, de barba de candado y una modulada voz grave que acompaña con actitudes amables.

"Con Aldana estudié piano y aprendí solfeo, lo que me ayudó a leer a simple vista. Mi primer peso como músico lo gané cuando nos dijo a los niños: 'le voy a dar uno a quien me diga qué melodía es', y al leer la partitura supe que era 'Matarili lirilón'".

Terminó la primaria y, cuando el cura le preguntó su destino: ¿seminario o música?, Wario optó por lo segundo. Lo mismo le cuestionó su padre, hacia los 16 años, cuando ya tenía...

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