Perfiles e Historias / Luces de un teatrista

AutorMaría Luisa Medellín

Luego de una pausa de ocho años en la dirección teatral, Gerardo Valdez volvió a la escena con "El camerino de Ofelia".

Está por jubilarse en julio, y en la Facultad de Artes Escénicas de la UANL, donde es maestro, le pidieron volver a dirigir a la compañía del plantel, a manera de despedida.

No les costó mucho convencerlo, sobre todo porque el texto le pareció entrañable, así como la actuación de dos actrices que hicieron casting para el rol protagónico, y a quienes les propuso alternar.

La última función de la obra se presentó el domingo 5 de junio en el Teatro Espacio Rogelio Villarreal, y se desarrolla en el intermedio del clásico "Hamlet", cuando Ofelia y otra actriz reflexionan sobre las similitudes de su vida y lo que interpretan en el foro.

"El teatro está formado por tres elementos fundamentales", interviene Gerardo y los enumera. "El lenguaje, la técnica y la poética, y al conjuntarse es cuando la obra nos mueve y nos conmueve como espectadores: a eso es a lo que aspiramos".

Pero nadie piense que Gerardo se retira en definitiva. Si acaso, se jubila de las instituciones, nunca del teatro, en el que lleva cuatro décadas. Tampoco, de la iluminación escénica, su otra gran pasión, a la que se ha dedicado casi en forma paralela.

Gerardo Valdez es alto, robusto, de barba y cabello ondulado entrecano.

Después de sentarse en una de las sillas del escenario, parte del mobiliario de la obra, platica que nació el 12 de agosto de 1955, en Galeana.

Es el segundo de cinco hermanos e hijo de David Valdez, quien se dedicaba a la agricultura y pasaba temporadas trabajando en los Estados Unidos, mientras su madre, Olivia Alejandro, se hacía cargo de la familia y de la casa.

Gerardo estudió la primaria y a los 13 años entró al Seminario de Linares, combinándolo con la secundaria nocturna.

"En el Seminario estuve tres años, que agradezco mucho, porque tomaba clases de liturgia, griego, latín... De ahí viene mi gusto por las etimologías y, curiosamente, también mi afición por el teatro.

"Unos misioneros trajeron varias obras con temas religiosos y yo estaba fascinado con la facilidad con la que subían y bajaban telones con cuerdas, y cómo armaban un escenario".

Para entonces, su familia ya radicaba en Monterrey, y él ingresó a la preparatoria No. 1.

"Iba y me asomaba al Aula Magna. Vi varias cosas de teatro y me empezó a gustar. Pero como buen indeciso, antes de hacer la licenciatura en Artes, anduve vagando en varias facultades: psicología...

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