Perfiles e Historias / Cumbia de un rebelde

AutorDaniel de la Fuente

La cerveza clara corre por las mesas de este centro de bailes al norte de Monterrey y el conjunto musical en turno hace lo posible por mantener el ambiente en la pista. Es medianoche.

La atención de la concurrencia, sin embargo, no está al centro del escenario, sino a un costado: que ya viene Celso.

Celso Piña, la estrella de la noche.

En el camerino, el "Rebelde del acordeón" bromea con sus compañeros de la Ronda Bogotá, se deja fotografiar con seguidores, enciende un cigarrillo al que le da algunas caladas y prueba el instrumento que lo ha llevado a la historia, el acordeón. Viste pantalón de mezclilla y playera negra con los nombres impresos de él y de su grupo.

Pese a su éxito, el músico no pierde la sencillez: en menos de un año, lo mismo ha llevado su vallenato a China, Francia, España, Dinamarca, Alemania e Italia que al Machaca Fest y al Parque Tolteca para celebrar los 300 años de Guadalupe.

"Ya casi no me ven por acá, me la paso fueras", dice y prueba su acordeón mientras se muerde el bigote.

"Tocar aquí es como estar en el patio de mi casa: hago lo que quiero, me gusta estar con la raza. Ya me conocen".

Celso, de 63 años, vuelve a su ensayo. Alguien dice su nombre en el escenario y el músico alista a la Ronda Bogotá.

Al salir, la ovación es unánime, celulares encendidos en la opción de video se elevan sobre las cabezas y el baile, a los primeros acordes de la "Cumbia sampuesana" y los uepa-uepa, no se hace esperar. La presentación, con puras clásicas, dura más de dos horas.

"No sé qué tienen esas escaleras", sonríe, "si magia o hechicería, que al ir subiendo al escenario te vas convirtiendo: estás frente al gentío, en medio de la música, y ya no eres Celso Piña, eres el 'Rebelde del acordeón', y ya cuando vas bajando, vuelves a ser el mismo. Así es, así de fácil".

···

Celso se deja caer en la sala de la casa de sus padres, una modesta vivienda situada en lo alto del Cerro de la Campana a la que cubren buganvilias.

Isaac Piña Marroquín, de 83 años, lo acompaña. Es su padre y ambos recuerdan los inicios del "muñecón", como le llama aquél cariñosamente al músico nacido el 6 de abril de 1953 en el Hospital Universitario.

La familia de su esposa, Rosa María Arvizu Córdova, oriunda de Laureles, San Luis Potosí, era minera; en la de él, nacido en Monterrey, sí hay músicos.

"Era un chavillo normal, de patas flacas y con una cabeza así de grande", describe Isaac y abre las manos a la altura de las orejas. "Fue un poco rezagadito de...

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