Perfiles e Historias / Comprometido con la danza

AutorDaniel de la Fuente

Bailar es liberador", afirma Jaime Sierra, y se recarga en el respaldo de una silla en una de las salas de ensayos del Centro Cultural Rosa de los Vientos, que él dirige.

"Aunque suena trillado, cuando bailo me olvido de todo", agrega. "Cuando crea, cuando está en el escenario, el bailarín se sale de sí mismo, porque está interpretando algo: no importa lo que eres, sino lo que crees que eres.

"Sin embargo, en mi caso nunca dije: 'Quiero bailar danza contemporánea', o sea, nunca fue tema dedicarme a ser bailarín 100 por ciento, sino a la cuestión creativa. Dije más bien: 'Quiero dirigir estas danzas, formar grupos, promover'".

Jaime Sierra pensó esto con 14, 15 años al ver en el escenario a referentes como Hester Martínez, Víctor García, Mizraim Araujo.

"Claro, bailé años, me gusta, pero organizar, conceptualizar, ser gestor, me llamó más la atención, porque en la danza contemporánea la libertad es lo esencial.

"Tú ves un baile folclórico, clásico, y hay un argumento, una narrativa, pero en danza contemporánea no: es como un códice maya, que a lo mejor no entiendes, pero te atrae, sabes que algo te quiere decir".

La idea del ex director de la Escuela Superior de Música y Danza y titular con su esposa, la también figura de la danza Brisa Escobedo, del grupo Cuerpo Etéreo, se sostiene en que le complace más la interpretación de sus piezas en otros.

"El éxito de los demás es tu éxito, eso nunca se termina".

Jaime cree en esto porque considera que el arte, además de liberador, es transformador: todo lo que vive el alumno en casa lo proyecta en sus clases de música, danza, teatro.

"No escapas del que eres: creces", asegura.

Algo de esto le pasó a él: nacido el 21 de julio de 1974 en Apodaca, Jaime es el tercero de cinco hijos de Rosaura Garza Ávila y del comerciante Jaime Sierra Saldaña, y cuenta que el ímpetu que mostraba en casa solía llevarlo a la escuela, por lo que era de los que para todo levantaban la mano: "'Quién quiere participar en un recital de poesía?". Jaime. "¿Quién quiere bailar?". Jaime.

"Esto representó muchos problemas para mi madre", ríe, "porque implicaba gastos, hacer trajes".

Fue en secundaria cuando se encontró con la mujer que le cambiaría la vida. A Jaime, afable y conversador, le gusta decir su nombre completo: Sara Esther Recio Mondragón.

Desde Coahuila donde reside, la culta y entusiasta maestra recuerda que vio tal interés del niño por las artes que los llevó a él y a José Alfredo, otro alumno, a la Escuela Superior...

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