Perfiles e Historias / Artífice de sueños

AutorDaniel de la Fuente

Uno de los primeros en confiar en el talento de Guillermo Ceniceros fue el coloso del arte, David Alfaro Siqueiros, quien en 1967 dijo de su discípulo: "Ceniceros, siguiendo las vías de un arte serio y de intención trascendente, muestra en sus obras, no obstante, su extrema juventud, un sentido de seriedad en su arte, haciendo siempre de cada una de sus obras, por pequeña que sea, y siempre con pasos ascendentes, una plástica que llega ya a una escala de valor perdurable".

Esto lo recordó el promotor Jorge Herrera Delgado en un libro dedicado al artista nacido en Durango, en ocasión de sus 70 años. Hoy Guillermo tiene 81 y, aunque ha tenido que estar resguardado por la pandemia en su casa de la Ciudad de México, con su esposa, la también artista Esther González, no se ha detenido para estar vigente, activo, aprendiendo.

"Trabajo en cuadros, cuadernos de notas, leo poesía", comenta, sonriente. "No he tenido trabajo de murales -hubo una época en que un mural sucedió a otro y a otro-, así que este tiempo me ha servido para reflexionar sobre lo pasado, lo que he hecho, sus vestigios y si estaría bien hecho".

En 1954, casi recién llegado a Monterrey desde El Salto, Durango, con sus hermanos, y en busca de oportunidades laborales, Guillermo Ceniceros Reyes habría tomado otro camino de no haberse topado en la Calle Padre Mier con una hoja en la que se informaba de una exposición en el Taller de Artes Plásticas de Gerardo Cantú e Ignacio Ortiz, recién llegados de la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, de la Ciudad de México.

"Fui de curioso y me quedé, ése fue mi primer contacto", comenta y comparte que ahí descubrió a un montón de artistas jóvenes "y no tan jóvenes".

Su ingreso formal al legendario TAP, en 1955, coincidió con su empleo como aprendiz de dibujante industrial en Fabricación de Máquinas: "Ahí me enseñaron dibujo industrial y recorrí todas las áreas de la empresa.

"Me acuerdo que en los ratos libres hacía caricaturas de los colegas. Había un colega, Héctor Zakai, de origen japonés, que era bueno para la caricatura, lo mismo que Manuel Castillo. Hacíamos competencias".

Fueron los tiempos en que Guillermo hojeaba las páginas de la revista Siempre, en la que aparecían reportajes sobre los tres grandes: Siqueiros, Rivera, Orozco. Así descubrió el formato monumental que más tarde vería en la Ciudad de México en viajes culturales que encabezaba Francisco Guzmán del Bosque, delegado del INBA en Monterrey.

"Fue una...

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