Perfiles e Historias/ Le apuestan a al fortuna

AutorMaria Luisa Medellin

Continuamente, William Barton, jefe de perforaciones en Minas de Barroterán, Coahuila, enviaba giros telegráficos para comprar billetes de lotería en Monterrey, pero en esa ocasión anexó una frase casi suplicante: '¡Urgeme premio...!'. Corrían los años 60.

A vuelta de correo, Esteban Salazar, desde su expendio, le mandó los "cachitos" solicitados, y mientras el sobre viajaba a su destino, se enteró de que uno estaba premiado.

De inmediato se comunicó telefónicamente con el señor Barton.

"Misión cumplida", le dijo, "se acaba de sacar el premio mayor", nada menos que 500 mil pesos, cuando en ese tiempo una camioneta último modelo costaba alrededor de 60 mil.

La sorpresa para Barton fue mayúscula, pero la angustia que lo invadió no era menor. Qué tal si el envío llegaba y alguien le hacía perdedizos los billetes.

Dispuesto a que eso no sucediera, se plantó en la oficina de correos durante cuatro días, desde que abrían hasta que cerraban, fingiendo ante los curiosos que esperaba un documento personal muy importante.

Por fin, cuando tuvo los billetes en la palma de la mano se sintió aliviado y poco después de cobrar, cambió su residencia a otra ciudad; nadie más volvió a saber de él en el pueblo.

Sólo los hermanos Esteban, Angel, Antonio, Juan José y Mario Salazar siguieron tratándolo por años hasta poco antes de su muerte, ya que su nueva fortuna le permitía viajar y comprar sus números una o dos veces por mes en el pequeño expendio frente a Sanborn's, sobre la calle Morelos.

En ese reducido corredor de 4 metros por 1, que llama la atención del transeúnte por su luminoso letrero en el que se lee "El Mago de la Suerte" reforzado por la imagen de un hombre con turbante y bola de cristal, William Barton ha sido uno entre los miles a quienes la fortuna les ha guiñado un ojo.

Una historia

de millones

Poco a poco, desde hace ocho décadas, la interminable lista de ganadores ha convertido a los Salazar en protagonistas de una historia de 800 millones repartidos entre su clientela, con lo que bien podrían comprarse 10 millones de vehículos último modelo.

Desde que el abuelo Esteban iniciara en 1920 la venta de lotería por la calle Morelos, con apenas un cartón y unas pinzas para afianzar los "cuadritos", el récord de los Salazar ha ido en ascenso de la mano de familias que han cambiado su estilo de vida con algunos de los 65 premios, de 2 a 100 millones de pesos.

Su historial es impresionante, y a él se pueden agregar unos 300 segundos premios que van de 100 mil a un millón de pesos, aparte de muchísimos otros de menor cantidad.

Acostumbrado a los números de siete dígitos, Angel, el mayor de los hermanos, con 66 años, y continuador en tercera generación del negocio de la suerte, no alcanza a dimensionar...

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