Lo peor... está por venir

Los mercados financieros globales experimentaron en el 2008 su peor crisis desde la Gran Depresión de la década de 1930. Instituciones financieras de renombre terminaron en la ruina; otras fueron compradas a precio de bagatela o sobrevivieron sólo después de importantes rescates.

Los mercados accionarios globales cayeron más del 50 por ciento; los diferenciales de las tasas de interés subieron vertiginosamente; apareció una severa crisis de liquidez y de crédito; y muchas economías de mercados emergentes se acercaron de repente al Fondo Monetario Internacional en busca de ayuda.

¿Qué nos depara el destino, entonces, en 2009? ¿Lo peor ya quedó atrás, o está por venir? Para responder estas interrogantes debemos entender que un círculo vicioso de contracción económica y agravamiento de las condiciones financieras está en camino.

Estados Unidos con certeza experimentará su peor recesión en décadas, una contracción profunda y prolongada que durará hasta fines del 2009.

Es más, toda la economía global se contraerá. Habrá recesión en la zona del euro, México, el Reino Unido, Europa continental, Canadá, Japón y otras economías avanzadas. También existe el riesgo de un aterrizaje duro para las economías de mercados emergentes, ya que los vínculos comerciales, financieros y monetarios les transmiten secuelas reales y financieras.

En las economías avanzadas, la recesión había generado a principios del 2008 temores de una estanflación al estilo de la década de 1970 (una combinación de estancamiento económico e inflación). Pero, frente a la caída de la demanda agregada por debajo de la creciente oferta agregada, los mercados de bienes deprimidos conducirán a una inflación más baja mientras se reduce el poder de fijación de precios de las empresas.

De la misma manera, el creciente desempleo controlará los costos de mano de obra y el incremento salarial.

Estos factores, combinados con una marcada caída de los precios de las materias primas, harán que la inflación en las economías avanzadas disminuya hasta un nivel del uno por ciento, acrecentando las preocupaciones sobre la deflación, no la estanflación.

La deflación es peligrosa, ya que conduce a una trampa de liquidez: las tasas de póliza nominales no pueden caer por debajo de cero, de modo que la política monetaria se vuelve ineficiente. La caída de los precios significa que el costo real del capital es elevado y el valor real de las deudas nominales aumenta, lo que conduce a mayores caídas en el...

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