¡Con pelos en la lengua!

Sorprendí a mi sobrino viéndome por la ventana mientras que yo me vestía, lo vi por el espejo y él no se dio cuenta, porque estaba ahorcando el ganso con los ojitos en blanco, ¡ah, güerco puberto! Encontrarse en la tercera edad no es sinónimo de estar amargado o triste. Aquí algunas muestras de que en la vejez aún se puede reir.

VIEJITOS

Ahí tienen que era un autobús repleto de viejitos, que iban de viaje a San Juan de los Lagos.

Una tierna anciana le toca el hombro al chofer y le da un puñado de cacahuetes sin cáscara.

El chofer sorprendido le da las gracias y se los come con agrado.

Pocos minutos después, la abuelita regresa, el chofer vuelve a agradecerle el gesto y se come los cacahuetes.

A los cinco minutos, la anciana va de nuevo con otro puñado de cacahuates.

El chofer ya no puede comer más y le pregunta:

- Buena señora, es muy amable de su parte regalarme tantos cacahuetes, pero...¿usted no cree que, a lo mejor, sus cincuenta amigos y amigas les apetecerían también unos pocos?

- ¡No se preocupe caballero! No tenemos dientes para masticarlos y sólo chupamos el chocolate que los recubre.

INDICACIONES MÉDICAS

Un hombre de edad avanzada va a su médico, pero acompañado de dos preciosas mujeres morenas, de cuerpos voluptuosos y sonrisas radiantes.

El doctor sorprendido le pregunta:

- Pero Ramiro ¡¿Cómo está usted?!

- Bien, doctor, he seguido sus indicaciones al pie de la...

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