Peggy Marshall / Demandas frívolas

AutorPeggy Marshall

"El litigio se ha vuelto un cáncer en la política americana. Debido a este cáncer, empresas productivas y profesiones están en peligro. La creatividad y los deseos de resolver problemas difíciles son penalizados severamente por las acciones legales", según Hunter Baker, ex alumno del University of Houston Law Center. Por estas razones, el presidente Bush tiene en su agenda reformar las leyes de litigio con la intención de disminuir la cantidad de demandas frívolas que estorban la fluidez de los casos serios y que cuestan mucho dinero de los impuestos.

No hay otro país en el primer mundo que lleve tantas demandas de las denominadas "frívolas" a las Cortes como lo hace EU. Esta práctica ha venido creciendo desde hace décadas y, en su forma actual, es un monstruo que hay que reformar. El costo de las demandas en contra de los médicos y hospitales en los EU se estima en alrededor de 22 mil millones de dólares al año. Esto se traduce en el elevado costo de los seguros que pagan los médicos y en precios más altos para los pacientes.

No hay sector de la sociedad americana que haya estado inmune a la ola de demandas frívolas: tabaco, alimentos, ingenieros, arquitectos, constructores, automóviles, restaurantes, farmacéuticos, líneas aéreas, escuelas, maestros, periódicos, cadenas de televisión, periodistas, personajes de radio y televisión, políticos, eclesiásticos, médicos, hospitales y la gente común; todo por un sin fin de pretextos. Es una cultura americana, única y nada digna de copiar.

Sin embargo, siempre hay dos lados en cada asunto. Antes de seguir señalando lo extremo de la cultura de las demandas, hay que ver lo bueno y lo útil; pero también lo peligroso si no existe la costumbre de demandar cuando un caso lo amerita.

México sirve como ejemplo de lo que pasa cuando no existe la costumbre de demandar a alguien cuando se cometen errores por parte de las empresas o de los profesionales de la medicina. En los últimos 30 años, he tenido conocimiento de errores gravísimos cometidos por médicos; y los pacientes, las víctimas, no tienen el recurso de la demanda para conseguir reparación, pagos por ingresos futuros perdidos o pagos punitivos contra el médico (hospital, laboratorio). Además, como el público no tiene acceso a los expedientes de los médicos, el consumidor no puede averiguar el récord de su médico: ¿cuántas operaciones de tal cirugía ha hecho?; ¿cuántos pacientes han muerto en sus manos?; ¿cuántas demandas ha tenido en su contra?

Ante...

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