Pedro Quintanilla/ Educación, ¿sólo un problema de números?

AutorPedro Quintanilla

Recientemente, cuatro candidatos presidenciales presentaron sus ideas sobre la problemática educativa. La discusión se centró fuertemente en la cantidad de fondos que deben ser asignados al sector (como porcentaje del PIB y del gasto federal) y en la evolución de la magnitud de la matricula, particularmente en educación superior.

Sin menoscabar la importancia que tienen las finanzas para alcanzar niveles de excelencia en los egresados del sistema educativo, o la necesidad de aumentar la penetración educativa, la problemática del sector rebasa con mucho este aspecto. Lo que se requiere no es sólo un aumento de recursos para el sector, sino una adecuación educativa que modifique de raíz sus metas y funcionamiento. No sólo importa cuánto se gasta sino cómo se gasta y para qué.

El sector educativo mexicano padece en general de los mismos problemas presentes en los demás países de América Latina. Estos derivan de una falta de eficiencia (producir educación a mínimo costo) y eficacia (lograr educación relevante para todos). Conviene entonces en este espacio, al menos brevemente, repasar algunos de los males que aquejan crónicamente a nuestro sistema educativo.

Trabajo infantil

Una constante en casi todos los países latinoamericanos es el hecho de que el niño pobre encuentra difícil ingresar y permanecer en el sistema educativo debido a que debe trabajar. En estratos de bajos ingresos, es común encontrar que el niño es considerado un "bien de capital" (es decir, un insumo para producir, en este caso, ingreso para la familia), a diferencia del niño de clase media o alta, que es tratado como "bien de consumo". En otras palabras, el costo de oportunidad del estudio para el primero es demasiado elevado. En consecuencia, ¿cómo hacer que este costo se reduzca o se elimine?

Costa Rica en los 1980 recurrió a un esquema novedoso. Se identificaron los niños que trabajaban en las calles. Se visitó a los padres o tutores y se les pidió que cuantificaran el monto de ingreso semanal que el trabajo del niño producía a la familia. Cuantificado este ingreso, se lograron acuerdos con aquellos para que permitieran la estancia del niño en la escuela a cambio de tal monto, procedente del presupuesto que el gobierno tenía asignado a programas sociales. El esquema tuvo éxito y resultó más rentable que programas alternativos estudiados dirigidos a elevar el bienestar de la población pobre.

Mientras no se disminuya este costo de oportunidad que tiene el estudio para la...

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