De la paz al odio de Rabin a Sharon

AutorPedro Cobo

Sería difícil encontrar entre los políticos israelíes de los últimos diez años posiciones tan dispares con respecto a la cuestión palestina como las de Yitzhak Rabin y Ariel Sharon. Uno, firmante de los Acuerdos de Oslo de 1993, que dieron cierta autonomía al pueblo palestino, y Nobel de la Paz; otro, acusado de las masacres de Sabra y Shatila, a inicios de los 80, y de la reciente "matanza", desmentida por Naciones Unidas, de Jenin.

Sin embargo, sin quitarle mérito al primero ni disculpar al segundo, las circunstancias en las que ambos líderes israelíes desarrollaron su labor fueron muy distintas. Muchas cosas cambiaron desde que a principio de los 90 el Gobierno israelí se decidió a entablar negociaciones con la cúpula exiliada de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) hasta la vorágine de la segunda Intifada iniciada en el 2000.

Rabin, insisto, sin desmeritarle, se encontró con unas condiciones favorables, tanto en la política interna como en la esfera internacional, que le permitieron llevar a buen puerto las negociaciones.

En primer lugar, los líderes de la OLP en el exilio necesitaban imperiosamente un éxito en el ámbito político: los países árabes habían apartado de sus agendas el tema palestino y, además, la primera Intifada, iniciada en 1987, surgió espontáneamente en los territorios ocupados debido, en parte, a la percepción de los palestinos de estar abandonados por sus propios líderes exiliados.

La Guerra del Golfo, a inicios de los 90, disminuyó el apoyo internacional hacia los palestinos debido a que éstos se pusieron del lado de Saddam Hussein, lo que les granjeó la enemistad de países como Arabia Saudita o Irán.

Por otra parte, la caída del Muro de Berlín y el final de la Guerra Fría dio a Estados Unidos una mayor libertad para manejar los hilos de la diplomacia.

Con respecto a la situación interna de Israel, Rabin se encontró con un país de gran prosperidad económica, pero a la vez cansado ante la escalada de violencia desatada desde 1987: el pueblo israelí deseaba disfrutar del bienestar económico sin tener que preocuparse de los inconvenientes del enfrentamiento armado. Los ciudadanos israelíes querían, necesitaban, confiar en Rabin, Shimon Peres y en la cúpula de la OLP para lograr la paz.

Sharon llegó al poder a inicios del 2001. La situación había cambiado; Rabin contaba con la esperanza y la confianza; Sharon con la dura realidad del terrorismo, la desilusión acerca de los acuerdos de Oslo de la...

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