Paz Flores / Meditación

AutorPaz Flores

Ahora los científicos están captando imágenes del cerebro y análisis de sangre para estudiar los efectos biológicos de la meditación. Jon Kabat-Zinn de la Universidad de Massachusetts y el neurocientífico Richard Davidson de la Universidad de Wisconsin descubrieron que después de ocho semanas de un programa de meditación (en el que se combinan técnicas del budismo y otras disciplinas orientales), un grupo de empleados mostró un incremento de actividad en la corteza prefrontal izquierda, una región del cerebro asociada con los estados tranquilos y alegres de la mente, comparados contra un grupo similar que no recibió el entrenamiento.

En Stanford otro científico toma imágenes del cerebro para analizar cómo la meditación afecta los puntos clave como la amígdala, que procesa el miedo.

El interés por las disciplinas y filosofías orientales como el budismo o el yoga, y distintas líneas del kung fu y el tao, como el chi kong o el tai chi, se fundamenta en una necesidad generalizada por llenar un hueco que en la cultura actual se ha abierto como una enorme brecha, un vacío inmenso que es necesario llenar.

En gran medida es una moda que desgraciadamente tiende a frivolizar estas filosofías o, peor aún, la ignorancia tiende a interpretarlas como superchería y fanatismo. Eso tiende a suceder en una sociedad como la nuestra que todo lo vuelve objeto de consumo. El Che pasó de ser el mito del héroe a camiseta de producción en masa de Wal-Mart, una moda, una muñequito de plástico más que puede ser comprado. Nuestra sociedad de consumo así es, todo lo materializa para poder manejarlo como objeto.

Pero estas filosofías interpretadas en su dimensión amplia vienen a llenar parte del hueco occidental. Por necesidad, nuestra cultura evolucionó secularizando, o sea, separando el espíritu de la materia, la ciencia de la filosofía, la ciencia de la religión, la política de la religión, lo sagrado de lo profano. Y esto no es bueno ni malo, se dio por necesidad de progresar rápido. La misma ciencia se separó dentro de sí misma llegando a la superespecialización.

Nos volvimos una sociedad superespecializada por necesidad, tanto que llegamos a fragmentarnos. Y en esa fragmentación, excesiva pero necesaria, de pronto nos sentimos rotos o vacíos, y la misma ciencia llegó a un tope en el que se dio cuenta que para avanzar era necesario conectar conocimientos dentro de la misma ciencia. Así que volteó la mirada hacia lo interdisciplinario y lo multidisciplinario y, a...

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