Paz Flores / Homodepredador

AutorPaz Flores

Trasládate conmigo a la isla Bikini. Un verdadero paraíso del Pacífico, en la Micronesia. Una de esas islas que han dado origen al eterno mito del paraíso perdido. Es 1946, la Segunda Guerra Mundial terminó, y tú y yo estamos ahí observando. Llega un marino de los Estados Unidos. Es Commodore Ben Wyatt y está hablando con los bikinianos. Les pide que salgan de la isla, en nombre del avance de la humanidad.

Ahora, siéntate lejos, porque no vas a dar crédito de lo que tus ojos verán en la isla. Un color fosforescente inunda el cielo, parece una aurora boreal, tras el estallido un silencio abismal ensordece todo, el tiempo se detiene y da paso a un infierno apocalíptico de belleza luciferina, la figura de un gigante en forma de hongo aparece en el cielo.

No, no es un experimento de Harry Potter, tampoco es una película hollywoodense de terror, no, amigos, lo siento, pero es verdad, es historia, por más que la quieran ocultar. Aquí les presento, a todos los que no lo conocían: "El Sueño de David", la primera arma nuclear detonada como experimento en uno de los paraísos sagrados de la Tierra. ¡Vaya nombre! "El Sueño de David", más bien sería la pesadilla, ¿soñaría así David, el de la estrella?

Los siguientes 12 años detonaron bombas en las demás islas, así es que, si piensas aventurarte en alguna de esas islas estilo Gauguin, mejor piénsalo dos veces por los niveles de radioactividad. En este edén secreto explotó Bravo, la bomba más potente detonada sobre el Planeta.

¿Y los bikinianos? Claro, "who cares?" En l968, Lyndon B. Johnson declaró que Bikini era un lugar seguro, así es que los bikinianos regresaron. Y, un día, en la isla que no hace frío, comenzó a nevar. No era nieve, era polvo de coral radioactivo que el viento trajo de otras islas. Era como si lloviera fuego blanco del cielo. Las mañanas siguientes, los niños amanecían con manchas en la piel, los adultos con bolas en el cuello, tumores en la tiroides, leucemia. De otras islas llegaron rumores de mujeres pariendo bebés deformes y comas repentinos. Y, ahora, respóndeme: ¿no eso el infierno en el paraíso? Un infierno gratuito y sin sentido.

La realidad siempre supera a la ficción. Me cuesta un trabajo enorme entender por qué algunos humanos tienen la tendencia compulsiva a destruir gratuitamente.

He notado que a este tipo de humanos depredadores le atrae matar, ensuciar, destruir especialmente los lugares que se asemejan al paraíso. Si ven la belleza, les atrae poseerla tan...

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