Paz Fernández Cueto / Antonio Gaudí
Autor | Paz Fernández Cueto |
Ícono de la ciudad de Barcelona y uno de los sitios más visitados en el mundo por su originalidad e indiscutible valor artístico, la Basílica de la Sagrada Familia fue consagrada por Benedicto XVI durante su segundo viaje pastoral por España, después de una larga historia de creación y ejecución de trabajos, prolongados por más de 100 años.
Inspiración del arquitecto Antonio Gaudí, hombre creyente y consecuente con su fe de la que dio testimonio hasta el final de una vida, vivida en dignidad y austeridad absoluta, la Basílica de la Sagrada Familia rompe con los cánones establecidos imponiendo formas nuevas, caprichosas e innovadoras.
En medio de un ambiente laicista distanciado de Dios, a través de un estilo inédito, original y no menos atrevido, Gaudí logra algo verdaderamente importante para el mundo de hoy: el encuentro entre razón y fe, entre verdad y belleza, entre tratar de vivir en este mundo asidos a las cosas materiales y abrirse al mismo tiempo a la trascendencia divina, entre la belleza de las cosas capaz de comunicar emociones sublimes, y Dios que es la Belleza misma.
Desde los primeros siglos del cristianismo, aún en medio de las amenazas y la pobreza que imperó entre los creyentes durante el tiempo de las persecuciones, la fe no dejó de expresarse a través de la pintura, de la escultura, la música o el canto, y en cuanto salió del ocultamiento forzoso de las catacumbas, expresó toda su creatividad también en obras de arquitectura. La fe ha sido madre de las artes por siglos y siglos, inspiración no sólo en la religión cristiana, sino en las manifestaciones artísticas de todos los pueblos en todos los tiempos. El gran tesoro del arte, expresado en música, arquitectura o pintura, nace de la fe con relación a una verdad en la que se cree y a la que se ama, unido todo esto a un firme sentido de trascendencia. Cuando el arte pierde su asentamiento en la verdad y en el amor, pierde su razón de ser y por tanto su raíz misma.
El genio creador de Gaudí logró no con palabras, sino con trazos y planos, dar forma y vida nueva a la materia inerte, con la misma inspiración de los grandes creadores de las catedrales medievales. Y es que la belleza trasciende tiempos y lugares, es la gran necesidad del hombre de hoy y del hombre de siempre; es el idioma universal a través del cual es posible rescatar la paz, fincar nuestra esperanza y lograr el entendimiento humano. La belleza es reveladora de Dios porque como Él, la...
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