Paz Fernández Cueto / 'Rana'

AutorPaz Fernández Cueto

Una obra del Nobel de Literatura 2012 cayó en mis manos. Se trata de RANA, obra de género epistolar que ha despertado el interés de los lectores, pese las dificultades que implica su lectura a mentes como la mía, de estructura occidental. Escrita por Mo Yan, autor controvertido en la actualidad por su postura autocrítica frente al Partido Comunista, al que pertenece desde 1979, cuestiona la política del hijo único impuesta en China mediante el régimen represivo de planificación familiar. Con exuberante riqueza imaginativa nos transmite los ideales y pasiones de la China rural de los años cincuenta, introduciéndonos a un mundo lejano en distancia e idiosincrasia, y sin embargo, tan cercano por el trasfondo de humanidad que compartimos cuando afloran los sentimientos del corazón, en defensa de derechos humanos fundamentales como la libertad, el respeto a la vida o la inviolabilidad de la consciencia.

La rana en China es símbolo de natalidad, de procreación, de vida. El personaje central es Wan Xin, mujer muy querida y respetada quien por más de 50 años ejerció su profesión de ginecóloga del pueblo, célebre por haber traído al mundo a todos los niños nacidos en la población rural de Dongbiexiang. De pronto el amor que profesaba por la vida se ve ofuscado por su férrea lealtad al Partido Comunista. Siguiendo las órdenes de sus superiores se entrega con pasión obsesiva al cumplimiento de las nuevas políticas que dictaba el régimen para frenar el aumento de la población, imponiendo la política del hijo único, y si era preciso, obligando a abortar con violencia a todas las mujeres embarazadas de su segundo hijo. Cuando no hay docilidad a las órdenes la persecución es cruel y despiadada. Los episodios que se narran son inauditos, poniendo al desnudo el sufrimiento escondido de un pueblo, las justas rebeldías y frustraciones reprimidas de los padres y madres que no llegarían a serlo por segunda vez. Con el paso del tiempo, a través de sueños y alucinaciones fantásticas, Wan Xin se ve invadida por un sentimiento de culpa. No le era suficiente haber traído al mundo a 9 mil 883 niños cuyo llanto la había dejado feliz y satisfecha. Le pesaba el silencio de los 2 mil 800 abortos que le mancharon las manos de sangre, el llanto de esos niños que nunca se oyó, el silencio de los que no tuvieron voz. Intentaba expiar la culpa que albergaba su corazón a pesar de no sentirse totalmente responsable, si no hubiera sido ella, otra...

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