Paulo Cuéllar Martínez / Policías en crisis

AutorPaulo Cuéllar Martínez

Resulta inminente una desbandada de policías de las diversas corporaciones, principalmente del área metropolitana. Se estima que vayan a renunciar alrededor de 500 elementos en los próximos tres meses.

Monterrey, San Nicolás, San Pedro y Guadalupe serán los municipios más afectados por una serie de realidades comunes. Algunos informes preliminares que se están generando desde la AFI detectan en estas corporaciones altos niveles de filtración y complicidad de activos con grupos de narcotraficantes.

En el interior de las corporaciones está circulando información de maniobras y movilizaciones para la detención de más policías, una vil cacería en contra de los uniformados. Desgraciadamente, por ningún lado se informa de medidas de seguridad, protección y apoyo a los elementos ante excesos de los agentes federales.

Para los policías involucrados en el crimen organizado, estas acciones son sencillamente episodios desafiantes; pero para el resto de la plantilla policial esta situación resulta ser una amenaza a su integridad, a su familia y a su trabajo. En esta posición es quebrantable la voluntad a la vocación, el amor al uniforme y a la lealtad.

Hay que advertir que la desbandada de policías que se avecina no es propiamente por las ejecuciones a efectivos, sino por el desamparo y olvido en que se encuentran. En la rutina y el patrullaje el elemento anda con el "Jesús en la boca" durante toda la jornada, consciente de que en cualquier momento puede ser detenido para investigación, ¿y qué instancia lo va a proteger? Ninguna.

Por otro lado, si un efectivo interviene en una riña y hay lesionados, lo detienen y lo procesan hasta que se desarrolle la averiguación. La única forma de liberación es la fianza, pero resulta que el Gobierno se deslinda de responsabilidad, por lo tanto, es el propio policía quien debe pagar. En ningún país, ni siquiera subdesarrollado, se refleja esta medida en la que el policía tiene que pagar por trabajar. Es una disposición de alguna mente enana. La verdad es que entre los compañeros uniformados andan pasando la charola para juntar dinero suficiente y liberar al amigo colega.

Muchos policías reciben el afirmativo para la capacitación y entrenamiento de tiro, pero los espera otra sorpresa amarga: no hay municiones. Los jefes se lavan las manos y culpan a Tesorería. Pasa el tiempo y el elemento sigue sin practicar. Pero eso sí, lo enfundan para salir al...

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