'Mi patria es el billete verde'

AutorFernando de Ita

Las "trocas" están estacionadas en la cancha de basquetbol con las puertas abiertas y el tocacintas a todo volumen. La tarde va cayendo en el Valle del Mezquital y sus últimos destellos doran la cúpula de la iglesia y el camposanto del pueblo El Tephe, palabra náhuatl que significa cerro de biznaga, situado a tres kilómetros de Ixmiquilpan. Un grupo de jóvenes vestidos con tenis, pantalón vaquero y camisetas estampadas con la frase fuck you, hacen un gran alboroto en una lengua extraña, es la lengua de los otomíes, el hñahñú.

Son los emigrantes indígenas del tercer milenio, jóvenes otomíes que se van a Estados Unidos más por ambición que por necesidad, pues a diferencia de sus padres ellos sí tienen trabajo en su comunidad y una razonable oferta educativa.

"Pero quiero tener dinero, troca, pisto", dice Toribio Arzuela, un adolescente de Dios Padre, otro de los asentamientos otomíes del Valle del Mezquital en el que los jóvenes sueñan con pasarse la vida pegados a sus inmensos aparatos de sonido.

La emigración en esta zona caliza de Hidalgo, que alguna vez conoció el esplendor de la cultura tolteca, comenzó en 1930 y se acrecentó en los años 60 y 70. Los estudiosos del tema coinciden en que fue la mala condición de la tierra, la falta de apoyo al campo, la ausencia de mercados rentables para los productores agropecuarios, la entrega de tierra a los mestizos, el abuso y la pobreza, en suma, lo que sacó a hombres y mujeres de sus comunidades y los llevó a las regiones agrícolas e industriales del País, pero sobre todo a la Ciudad de México (1).

En 1976, el escritor y periodista Fernando Benítez, quien había hecho campaña con el presidente Luis Echeverría para mitigar la miseria de las comunidades indígenas de esta zona, dio una conferencia en el portentoso convento de Acolman en la que auguraba a los otomíes un venturoso futuro, gracias a que las aguas negras del Distrito Federal, debidamente tratadas, regarían aquel páramo hasta convertirlo en un jardín prehispánico, digno de los afanes civilizadores del príncipe Netzahualcóyotl (2).

El valle, en efecto, recibe al año un millón 800 mil metros cúbicos de aguas residuales, que permiten sembrar maíz, alfalfa y otros vegetales en 514 hectáreas que conforman el 16 por ciento del territorio otomí en Hidalgo, pero la mayoría de estos terrenos son rentados por los indígenas que no tienen dinero para la maquinaria, los insumos y la comercialización, de manera que en los años 80 la emigración hñahñú en...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR