Patentes de segundo uso es hacernos el harakiri sin necesidad

Fecha de publicación28 Junio 2020
AutorMaribelRamírez Coronel
Patentes de segundo uso es hacernos el harakiri sin necesidad

Es algo positivo que el Poder Legislativo, específicamente el Senado, busque actualizar la Ley de Propiedad Industrial conformada desde hace más de 25 años; se creó a partir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Se requiere adecuarlo a las nuevas condiciones acordadas con el ahora llamado T-MEC.

Es cierto que una adecuada ley en esta materia, que eficiente las facultades y funciones del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), se convierte en una estratégica herramienta de desarrollo económico; México puede así aprovechar mejor los beneficios de los mercados nacionales e internacionales, creando un sistema de protección a la innovación y el ingenio humano.

Como dice la propuesta de reforma que discuten los senadores —y que en Comisiones Unidas hoy podría discutirse y aprobarse—, es un instrumento que sirve para que las actividades industriales y comerciales del país tengan procesos más eficientes e innovadores, fomentando la actividad inventiva que se basa en el mejoramiento e implementación de técnicas y métodos de producción, de tal manera que se fortalece el lanzamiento de mejores bienes y servicios.

Todo eso es totalmente cierto. Y esa actualización es un compromiso con nuestros socios de Norteamérica, Estados Unidos y Canadá, al momento de renovarse el acuerdo trilateral.

El problema es que en lo relativo a la protección de la innovación en terapias farmacológicas (medicamentos) dicha propuesta de reforma está resultando más papista que el papa y en vez de favorecernos puede ser perjudicial para los mexicanos, en particular en ciertos puntos que nos afectarían porque alargarían por más tiempo del debido el elevado costo de terapias innovadoras que vienen del exterior.

Los demócratas ya nos habían salvado

Son varios enfoques de patentabilidad que se han querido reforzar. Pero hablemos específicamente de las patentes de segundo uso, algo que en el T-MEC las grandes multinacionales farmacéuticas hicieron grandes esfuerzos por incluir. Al final no lo lograron porque el Partido Demócrata en Estados Unidos hizo contrapeso y no lo permitió. Los negociadores de Canadá tampoco aceptaron las patentes de segundo uso. Ambos protegían a su población para no elevar demasiado los costos por las opciones terapéuticas de última generación. Los negociadores de México no le dieron la mínima importancia al asunto, y ni la industria farmacéutica nacional, básicamente productora de...

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