Pata de Perro / Tres años de compartir aventuras por el mundo

AutorAlonso Vera

Hoy, como desde hace tres años, me siento a reflexionar con respecto a mis viajes, y a honrar a mis maestros y amigos alrededor del mundo. Hoy, al igual que en ese entonces, mi motivo principal es que mediante el conocimiento del contexto y patrimonio histórico, social y natural -exaltado por las artes y a través del turismo responsable- se fomente el respeto y admiración entre los individuos y las naciones.

Mi intención sigue siendo inspirar a los viajeros potenciales y orientar a los experimentados, pero sobre todo, poner al alcance de aquellos que les resulte imposible, por limitaciones físicas o económicas, un vistazo del mundo a través de esta columna. Cabe mencionar que hoy como entonces las perspectivas mostradas han sido siempre desde mi humilde punto de vista, y que lo que para unos puede ser un hermoso día soleado para otros puede ser un hermoso día lluvioso.

Tanto las críticas como las felicitaciones me han hecho crecer, y me hacen continuar en este divino viaje que es la vida.

Artificios

Hace tres años se publicó el primer "Pata de Perro" con el artículo llamado "Perro al dente". En él describí mis experiencias al vivir con una familia balinesa, mientras que completaba mi entrenamiento como "balian".

"Balian" es el término empleado para denominar a un médico brujo que cura, mediante lo que desde fuera parecería magia o sugestión, todo tipo de males físicos, emocionales y espirituales.

Mi maestro tenía más de 100 años, 20 esposas y todos sus dientes, y nos juntábamos en las tardes a repetir mantras en sánscrito y obrar artificios con elementos de la naturaleza.

Él me decía que con la práctica -y después de beber la sangre de 100 hombres- no sólo podría invocar la lluvia y brincar sobre las palmeras, sino que podría transformarme en cualquier animal y viajar a donde quisiera. Creo que eso último fue lo que más me emocionó, además del gusto por aliviar malestares estomacales y jaquecas de mis amigos en la aldea.

Durante mi estancia viví en casa de mi hermano I Made, quien me conoció frente a un estanque de flores de loto y me invitó a vivir en su hogar, tras expresarle mi intención de aprender de su abuelo "balian". Su familia estaba compuesta por 12 integrantes, entre ellos, su esposa Kadek.

La vida social balinesa se divide en un sistema de aldeas. Las casas están construidas alrededor del templo, y diseñadas en complejos iguales. El tamaño varía según la prosperidad de la familia y la ubicación de acuerdo con los auspicios de...

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