Pata de Perro / Donde la Madre Tierra experimenta

AutorAlonso Vera

Qué fácil resulta hablar de los viajes cuando tienen un fin conciliador e inspirador. La importancia de la literatura de viajes reside en proponer una alianza de civilizaciones, la exaltación de la belleza e importancia de las diferencias. Vivimos un momento cultural, político y social en donde el miedo reina, cedemos ante la homogeneización y la necesidad de escaparnos de la "realidad".

Drogas, televisión, ilusiones de un largo viaje alimentadas por folletos que prometen librarnos de nuestras penas cuando éstas las llevamos, sin condición, al lugar donde estemos. Todos necesitamos algo y no sabemos qué, buscamos fuera de nosotros la paz que debe residir dentro. Esto lo aprendí en el suroeste de Bolivia, explorando el Salar de Uyuni y la Reserva Eduardo Avaroa, que más que un destino pareciera un campo de experimentación de la Madre Tierra, un sitio solemne que nos invita a conciliarnos con nosotros mismos y con la naturaleza.

Surrealismo puro

Bolivia es una alucinación enriquecida por una diversidad cultural, histórica y natural de magnitudes colosales. Es el destino en donde apreciar el desierto de sal más grande y de mayor altitud del mundo, más desértico que el Sahara, resulta tan normal como un cementerio de trenes o millares de flamencos rosados sobrevolando lagunas hediondas y multicolores.

Árboles de piedra, islas con forma de pescado, volcanes como helados derretidos, humeantes géiseres y manadas de camélidos, todo complementado por el estado del oxígeno ligero a grandes altitudes. Al llegar, al estar, al salir, no se sabe si es verdad o sólo producto de la imaginación.

Para visitar el Salar y la Reserva tuve que sortear los caprichos de los Andes, logrando así el aislamiento que sólo unos cuantos experimentan al año. Mi trayecto de dos días en camión me recordó la importancia de disfrutar el momento. El pueblo de Uyuni, de poco más de 12 mil habitantes y situado a 3 mil 660 metros sobre el nivel del mar, es la puerta de entrada y fue fundado en 1889 como una remota estación de tren que conectaba los puertos del Pacífico.

Hace millones de años, una ola penetró el continente y sorteó la fortaleza andina que resguarda el Salar de la costa. El agua se retrajo dejando atrás un lago que al evaporarse hace 10 mil años dejó en su lugar el depósito de sal de Uyuni, con más de 10 billones de toneladas de sal que se extienden por 10 mil kilómetros en una altitud promedio de 3 mil 653 y una profundidad de cuatro metros. La idea de blancura...

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