Pata de perro / Por amor a mi barrio

AutorAlonso Vera

La Roma fue fundada en 1902 por Walter Orrin -el dueño del circo que llevaba su apellido- sobre la zona de Potreros de Romita. Toda la riqueza arquitectónica de la época, tanto el estilo ecléctico como el Art Déco y el Art Nouveau, fue derramada entre camellones arbolados, amplias avenidas y otras excentricidades que en su época le hacían ver como una colonia moderna.

Hoy sigue llamando la atención. Es una zona de monumentos y resguarda la mayor cantidad de edificios catalogados de principios del siglo 20. Acostumbrada a deslumbrar con vecinos de la talla del ex Presidente de México Álvaro Obregón, el Padre Pro, Carlos Fuentes, Leonora Carrington y Fidel Castro, hoy por sus calles convive en armonía una interesante mezcla social.

Tan sólo un puñado de vecinos saben que su historia se remonta a la antigua Tenochtitlán. De hecho, durante la época prehispánica, se ubicaría en los límites del islote, en donde se estableció el barrio de Aztacalco, la "casa de las garzas".

Cuando en el siglo 16 fundaron la parroquia de Santa María de la Natividad, al pueblo se le empezó a llamar Romita debido a que a uno de sus párrocos el paisaje le recordó a un camino de cipreses en Roma, Italia.

Así pues, las unidades habitacionales en torno a la Plaza Romita son la mamá de la Roma de hoy. Un barrio en el que se encuentran las galerías, restaurantes y centros culturales que mayor atención merecen.

LA GUÍA DEL SENTIDO COMÚN

La Roma fue una de las colonias más afectadas por el terremoto de 1985.

Más de 400 inmuebles sufrieron daños graves o se colapsaron por lo que sucedió un éxodo del cual se ha ido recuperando con la llegada de galerías como la OMR y Nina Menocal, de editoriales como Artes de México, y de vecinos como Guillermo Tovar y de Teresa.

Resulta placentero cuando las buenas intensiones se traducen en acciones. Hace 19 meses salí de casa para sentarme a recibir la inspiración de mi Plaza Ajusco -hoy Luis Cabrera- como lo hicieran los Beatniks, y de camino noté que una casa abandonada estaba siendo renovada para convertirla en restaurante.

Cuando me asomé a curiosear, y me recibió el chef Alfonso Girón para servirme su deliciosa historia, decidí que haría una guía como tributo a mi barrio.

He tenido el privilegio de viajar, vivir y trabajar en más de 80 países, y siempre he detestado la idea de utilizar guías para definir mi ruta o mi experiencia.

Respeto sobre todo a los viajeros que saben preguntar, y confío en que los lugareños son quienes tienen las...

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