Entre pasteles y familia

AutorMaría Luisa Medellín

HECHOS CON EL CORAZÓN

El primer pastel que vendió como Charo Garralda Repostería, fue de Primera Comunión; se lo pidió una amiga.

"Era en forma de cruz, con betún de merengue italiano, relleno de tofu de almendra crujiente y adornos de caramelo transparente", detalla Rosario Garralda.

Recuerda que tuvo que aprender a calcular ingredientes, porque era para 80 personas.

"Fue hace 17 años", dice, "y las amigas y las mamás de las compañeras de mis hijas en el colegio corrieron la voz. Luego, me comenzaron a buscar los coordinadores de bodas".

El pastel más solicitado es el de merengue italiano, relleno de pistache, almendra o nuez caramelizada, y el de chocolate con betún de merengue suizo.

Charo trabaja desde su casa y puede pasar entre 12 y 16 horas preparando y montando un escultórico pastel de boda para 100 invitados. Es muy autocrítica, y por eso no se atrevía a lanzarse al mundo de la pastelería.

"Soy diseñadora de interiores, y el gusanito de la repostería inició a los 17, 18 años, con cosas muy sencillas que les vendía a las amigas de mi mamá".

Poco a poco, Charo adquirió conocimientos en cursos y recetarios, de lo que observaba y por intuición propia.

"Mis amigas me decían: 'Hazme un pastel para el bautizo de mi hijo', o para cualquier otra ocasión, pero yo tenía muy altas expectativas de lo que debía lograr y no me animaba, hasta que un día dije: 'Si sigo así, no voy a hacer nada'".

Charo tiene 57 años y es madre de cuatro hijas. Confiesa que aún le intimida que sus clientes esperan cada vez más de ella, pero eso la reta a hacer sus sueños realidad.

"Me gusta mucho lo que hago. También incluyo mesas de postres, de quesos, lo que me van pidiendo. Me actualizo para renovarme y hay gente que me ayuda, pero, finalmente, la que está al frente soy yo".

Dice que a sus padres, José Garralda y Alicia Giacomán, quienes ya fallecieron, les encantaba la cocina y fueron gran influencia.

"También me ayudó estudiar diseño, por la estética, la perspectiva, los volúmenes.

"Un elemento súper importante ha sido mi marido, Rafael Villarreal. Él es ingeniero y me apoya. En la pandemia me animaba, porque los eventos quedaron en pausa. Lo mío es el arte, pero él me dice qué estructura va si es un pastel de cinco pisos, con betún de mantequilla, por ejemplo".

Sus hijas: María José, Ana Paula, Rosario e Isabel, también le han ayudado.

A Charo le enorgullece que sus clientes la hagan partícipe de los momentos más importantes de su vida.

"Hay quienes me pidieron el pastel para el cumpleaños de la mamá, la despedida de la hija, el de bodas, y la hija ya me buscó para el baby shower, el bautizo y los cumpleaños del niño.

"Y siempre los hago como si fueran para mí, con el corazón".

DISEÑA SU ÉXITO

Mientras cenaba en un restaurante con su familia, le preguntaron a Ana Rodríguez qué le había parecido el menú. Ella, con franqueza, dijo que muy bien, pero no así los postres.

Su hermana le sugirió que le ofreciera al dueño el riquísimo pay de plátano que preparaba. Él aceptó con gusto, pero mucho más los...

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