Pasión por su tierra

AutorAlejandro Dungla

Criada en el seno de una familia numerosa, Alondra Maldonado recuerda el ajetreo entre costales de naranjas y jabas de jitomates.

"Mi mamá era fantástica cocinera. En casa siempre había un movimiento grande de comida, recuerdo que cuando quería jugo me mandaban a cortar las mandarinas al jardín", cuenta la chef.

Se mudó a la Ciudad de México para estudiar letras clásicas en la UNAM y ¡oh, decepción! al no encontrar en la capital ningún restaurante que sirviera un cebiche al modo tradicional de su estado.

"Veía camionetas de productos oaxaqueños y decía '¿por qué no hay camionetas nayaritas?' si la gente que iba a Nayarit quedaba fascinada con el queso, los ostiones, los camarones secos, las cajetas de mango de Ahuacatlán".

Tras sufrir un accidente automovilístico, la joven regresó a Tepic y abrió un pequeño restaurante.

"Vendíamos baguettes, ensaladas, brownies... yo sembraba mi arúgula, hacía tapenade e iba a Puerto Vallarta a traer salmón ahumado, jamón selva negra, serrano... cosas difíciles de encontrar".

En 2004, Maldonado decidió cerrar y estudiar cocina. Viajó a Argentina con su futuro esposo, cocinero también, y se inscribió en el Instituto Argentino de Gastronomía. A la par trabajó en Thymus, encabezado por Fernando Mayoral, aprendiz de Michel Bras.

"Aprendí muchas cosas, el aprecio de lo local y las presentaciones más frescas", comenta la chef, quien regresó a Tepic en 2010 a impartir clases en la Universidad Tecnológica.

Tras una reveladora conferencia de Patricia Quintana sobre el valor del patrimonio, Alondra decidió hacer un recetario nayarita.

"Encontré un recetario huichol editado por Conaculta, pero de comida nayarita no había nada escrito, no había de dónde partir. Empecé a tocar puertas de la Secretaría de Turismo del Estado y de la de Cultura, pero no había presupuesto y tampoco les interesó mucho".

Por su propia cuenta, la cocinera emprendió el viaje de investigación. Su primera parada fue Tecuala, la cocina del mar.

"En Tecuala me dijeron que me fuera a Acaponeta porque ahí había unos tamalitos deliciosos de camarón seco. Estando allá, me entero que Huajicori, donde tenía familia, estaba a 15...

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