Pasión... y política

AutorMario Gutiérrez y Mariana Jaime

Muy a su pesar, Pilatos tuvo que aguantar ayer las prácticas de la política moderna.

Frente a su palacio, en sus dominios, unas 40 personas -entre ellos sus propios soldados romanos y el mismo Jesús-, protestaron de forma simbólica, en silencio, por no haber sido incluidos en el elenco de la Judea en Vivo en San Martín de las Flores.

Las diferencias llegaron a esta Judea jalisciense bajo un sol implacable. Pero en su trono, Pilatos ni se inmutó por la protesta que se perdía en la multitud. Ni los veo ni los oigo. Quizá lo que más le apuraba era leer bien el libreto que nunca se aprendió.

Con todo, el Pilatos "oficial" enjuició y cumplió a cabalidad con la lectura de su parlamento, escondido en un frutero frente a él.

Quienes protestaron seguían en silencio, ataviados con las ropas de su respectivo personaje y con un pequeño moño blanco en el pecho, a modo de rechazo. En los modos de la política moderna, callar también es protestar.

Así, en la representación del Viernes Santo realizada en esta delegación de Tlaquepaque, hubo actores por duplicado. Dos judas, dos vírgenes, dos Cristos -Antonio Gutiérrez, el "oficial", y Boni Ernesto Haro, el "disidente"-... y así cada personaje principal.

Unos protestando, otros actuando. Los primeros denunciaron exclusión de los organizadores de la Judea en Vivo y acusaron al Alcalde Hernán Cortés de privilegiar a familiares de panistas y de funcionarios públicos para que participaran. Los segundos, los actores "oficiales", entraron a los cuatro escenarios instalados para la representación como si nada pasara.

Antes de la escenificación, Gutiérrez, que representó a Jesús, decía que no se aferraba a su encomienda -al fin y al cabo era un invitado a la ceremonia- y dejaba su lugar si alguien lo pedía. Lo que sí deseaba, casi imploraba a Dios, era que las autoridades dijeran con claridad, desde un principio, quiénes eran los actores.

Ataviados con sus túnicas, los actores excluidos encontraron consuelo con las fotografías que los asistentes se hacían con ellos. No eran los "oficiales", pero bien valían para tomarlos como recuerdo de la ceremonia.

No actuaron ni hablaron. Es más, su presencia tampoco opacó a quienes sí ocuparon los cuatro escenarios instalados en la plaza central de la localidad. El respeto público al que llama la Semana Santa prevaleció.

Con la ceremonia de ayer ya son 214 años de Judea en San Martín de las Flores y todavía se andan con diferencias. Ya en 1998 el grupo de actores excluidos...

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