Paseos de Rafael Pombo

AutorAntonio Saborit

La traducción pone y es evidencia del cumplimiento de una lectura particular. Y la misma evidencia es a la vez registro del deseo legítimo de una apropiación -que puede o no realizarse felizmente, como sucede cada vez que la voluntad pone manos a la obra, pues eso también sucede cuando alguien se aventura a traer a la propia lengua lo que nació en otra. La traducción evidencia asimismo el deseo de ampliar el propio universo y da testimonio del contacto entre una obra y el lector diligente que hay en cada traductor.

Traducir es un acto creador digno de escrupulosa atención, como pone de manifiesto el sugerente estudio de José Francisco Ruiz Casanova: Aproximación a una historia de la traducción en España (Cátedra, 2000).

El escritor como traductor piensa en imitación o en adaptación o en refundación o en correspondencia, como escribió el poeta colombiano Miguel Antonio Caro en 1888. Nunca se traduce no porque sí. Y éste es precisamente el sentido de una de las lecturas que invita a realizar la interesante antología Traductores de poesía en Colombia (Alcaldía Mayor de Bogotá/ Instituto Distrital de Cultura y Turismo, 1999), que es obra de Jaime García Maffla y Rubén Sierra Mejía. Ahí se reúne una cuidada muestra del trabajo de 75 traductores colombianos de poesía de los siglos 19 y 20. Es una especie de compañero de ruta del libro preparado por Jorge Teillier: Poesía universal traducida por poetas chilenos (Editorial Universitaria, Chile, 1996, 2a., 1998), así como de la selección que en 1974 realizaran Marco Antonio Montes de Oca y Ana Luisa Vega en El surco y la brasa (FCE), un título que sería bueno actualizar.

Sin duda que la lectura de estas antologías ayudaría a establecer algunos hechos en busca de interpretación. Pero por lo pronto me limito a comentar el caso de uno de los traductores señeros de Colombia: Rafael Pombo (1833-1912).

En la significativa nómina que hay en Traductores de poesía en Colombia, Pombo aparece con algunas de sus versiones de Schiller, Uhland, Lamartine, Hugo, Musset, Heredia, Shakespeare, Wordsworth, Byron y Longfellow; pero los antologadores advierten que, además, Pombo ensayó el hexámetro latino -en momentos en los que se asumía "que el poema épico debía traducirse en octavas reales"- y que tradujo también a Horacio y Virgilio, "con el célebre pasaje de Laocoonte de la Eneida, y versiones de lengua hebrea en la poesía sacra". Desde muy joven Pombo hizo causa en favor de "esconder su talento y enseñar a su...

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