Pasea la carroza de la muerte

El sudor de sus más de 40 grados de temperatura hacía que sus tres compañeros no pudieran dormir por cuidarlo, sus respiración entre cortada hacía menos amable el momento, sus ojos desorbitados y hundidos daban un aspecto fúnebre a su cara pálida.

Su enfermedad fue repentina, solamente Adrián se acostó en su bolsa de dormir para descansar de un fuerte dolor de cabeza y de allí ya no se movió, la fiebre le atacó sin más, lo peor es que estando en un pueblito de la sierra oaxaqueña a miles de kilómetros de un hospital y pasada la media noche no se puede hacer nada que esperar.

Su estado era grave o así lo sentían Mónica, More y Octavio, quienes desesperados buscaron remedios caseros en las pequeñas casas de los alrededores, pero nadie les abrió, solo escuchaban dentro de las pequeñas casitas los múltiples rosarios y una que otra plegaria.

Ellos no entendían qué pasaba con la buena gente del pueblo, pero en todos los alrededores se podía sentir un ambiente fúnebre que ponía la carne de gallina a cualquiera que entrara en esa zona.

Los tres amigos preocupados por Adrián y sin poder hacer nada por salvarlo, más que rezar por su compañero, solamente dejaron que la noche avanzara y se encerraron todos en el pequeño cuarto que les había prestado el Presidente Municipal.

Los jadeos incesantes del enfermo aunado al ruido extraño y excesivo de casi todos los animales del lugar, hacían que ninguno de ellos tuvieran paz en su alma.

Sus quejidos daban la impresión que él ya está en otro mundo.

A lo lejos entre los sonidos de los gallos, perros y guajolotes, se podía distinguir claramente el rebuzno de un asno, pero nadie se movía y nadie hacía nada, los tres amigos pensaban que cada uno se encontraba durmiendo.

Mónica apretaba sus ojos para salir de la realidad, More pensaba en el sufrimiento y enfermedad de su amigo,

y Octavio sabía que algo andaba mal,

pero no quiso esforzarse para decirle

a sus amigos que escaparan cuanto antes de ahí.

Mientras pasaba la noche el sonido de los animales aumentaba y el rebuzno cada vez se acercaba más a la...

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