Pásale a mi cocina / Defiende tu paz

AutorPaty Bichara

¡Hola! ¿Cómo están terminando este mes patrio? Tuvimos un poco de todo: calor, lluvias, puente vacacional, chamba acumulada y la indiscutible realidad de que el verano se acabó y ahora tenemos que adaptar nuestro estado de ánimo, disfrutar el otoño y trabajar duro como la hormiguita para que el invierno nos agarre prevenidos y dispuestos a pasar el fin de año en santa paz.

Hablo de la paz, esa que tanto buscamos y que en estos días parece tan difícil de encontrar; hay que buscarla en donde nace, en el interior de cada uno de nosotros; es algo que no se puede comprar, sino que simplemente se tiene o no se tiene.

¿Nunca has pensado que te gusta estar con alguien en particular porque te da paz? Esa persona que al estar o platicar con él o ella te transforma o te contagia positivamente y te preguntas: ¿de dónde saca tanta paz?

Pues te aseguro que la cultiva y la practica, y hasta le sobra para compartirla. Pero nosotros, ¿cómo vamos a obtenerla si vivimos tan de prisa, que ni tiempo tenemos para pensar en ella y mucho menos para cultivarla? Pareciera que sólo sabemos exigirla.

Cada hogar es -debe ser- un cunero de paz. Para ello se requiere que nosotros los padres o tutores enseñemos a todos los miembros de nuestra familia, independientemente de la edad que tengan, el valor de la paz en la vida, esa paz que puede sentir desde un niño pequeño hasta un adulto mayor.

Si defendemos nuestra paz personal y familiar, y no permitimos que nada ni nadie nos la quite, participaremos en la construcción de un mundo mejor, pues será transmitida, irradiada, compartida, en círculos concéntricos cada vez más grandes, como los que se forman al caer una piedra en un lago, representando a un número cada vez mayor de personas que aprecien, respeten y disfruten de ella.

A nosotras las mamás nos llega más de cerca la responsabilidad de educar más de cerca a nuestros hijos, desde el ambiente de la casa, sentarnos juntos a la mesa y mantener la comunicación, escuchar las inquietudes de cada uno y, a través de esta convivencia, dar alternativas para establecer o recuperar el equilibrio familiar y con esto lograr la paz.

¿Cuántas veces llegan los maridos a casa con alguna crisis de trabajo o problemas que tienen fuera? ¿Qué pasaría si al verlos desesperados o tristes nos ponemos igual nosotras? Los problemas no se van a acabar y por eso hay que estar conscientes de que podemos tener paz aunque haya problemas.

La oración, la meditación y la fe son capaces de mantenernos...

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