Pasa el maestro a clandestinidad

AutorMaría Teresa del Riego

Indignado por el asesinato de cinco padres de familia, entre ellos una mujer embarazada, perpetrado por policías estatales durante un mitin en la plaza de Atoyac de Alvarez, Lucio Cabañas Barrientos decide la noche del 18 de mayo de 1967 hacer la revolución.

Solo, con su morral al hombro y una pistola 32 que cargaba desde hacía meses, por las amenazas de muerte de que era objeto por parte de algunos caciques de la región, el joven profesor tomó el camino de la sierra, dispuesto a encabezar la lucha armada en contra del Gobierno y de los grupos de poder locales que explotaban al pueblo.

La idea de tomar las armas para hacer la revolución socialista en México no era nueva en él, pero la matanza en Atoyac, planeada para asesinarlo, lo obligó a dar el salto a la clandestinidad, como explicaría él mismo en una grabación consignada en el libro "Lucio Cabañas. El guerrillero sin esperanza".

"Cuando nos matan compañeros hay que matar enemigos. Cuando matan al pueblo hay que matar enemigos del pueblo. (+) Ante la matanza, ¿Cómo le haríamos para venirnos al monte? Lo teníamos pensado desde antes. Nomás esperábamos que nos dieran un motivo. Estábamos cansados de la lucha pacífica sin lograr nada. Por eso dijimos: Nos vamos a la sierra".

El mismo día del crimen, del que salió ileso gracias a la protección de los padres de familia, Lucio buscó los primeros contactos. Viajó a la comunidad de El Ticuí, donde tuvo una reunión, y por la noche regresó a Atoyac subrepticiamente para organizar algunas cosas. Ahí, declaró solemne: "Ya empezamos la revolución".

Al día siguiente, 19 de mayo, Lucio llegó a la comunidad de San Martín de las Flores para buscar a su hermano David.

"Me dijo: '¿sabes qué?, ya empezó la revolución, así es que tú dices'. Le dije bueno, pues no hay más que seguirle. Ya no hay de otra. Eso fue todo. Empezamos a hablar de proyectos, de planes, de propósitos, de lo que había que hacer para sobrevivir en el monte", relata David Cabañas Barrientos.

Explica que no dudó en seguir a Lucio porque no le quedaba de otra.

"El campesino en las condiciones en que vive en mi tierra no tiene futuro, sólo el futuro de seguir en la miseria, de trabajar muchísimo para comer muy mal todo el tiempo, sólo frijoles, memelas y chile. Yo tenía más inquietudes y tenía mucha inconformidad".

Desde esa primera plática empezaron las acciones para formar el grupo armado. La primera tarea de David y de los pocos hombres que se involucraron desde un inicio, fue hacer los...

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