La participación de la mujer en los partidos políticos

AutorNorma Inés Aguilar León
Páginas207-223
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La participación de la mujer
en los partidos políticos
Norma Inés Aguilar León
ANTECEDENTES DE UNA LUCHA POR LA IGUALDAD DE GÉNERO
Los temas de género, participación y democracia generalmente hacen ne-
cesario referirse al “derecho de voto”, ya que en nuestro país, en épocas
afortunadamente lejanas, se vio restringido este derecho fundamental del
ciudadano, que si bien hoy tiene por características ser universal, libre,
secreto y directo, basta un recorrido por nuestra historia patria, para con-
firmar que no siempre fue así.
Antes de abordar el tema en estudio, se hará referencia exclusivamen-
te a algunos datos históricos, que considero necesarios, para abordar el
tema relativo a “la participación de la mujer en los partidos políticos”.
En los años ochenta, basado en el clásico estudio del politólogo Mauri-
ce Duverger, realizado en 1955, a instancia de la Organización de las Na-
ciones Unidas, se dio a conocer un diagnóstico de la situación política de
la mujer, después de haber obtenido el derecho de voto en Noruega, Ale-
mania, Francia y Yugoslavia. La obra fue titulada The Political Role of Wo-
men, y en ella se precisó que, en promedio, la mujer votaba entre un 5 a 10
por ciento en menor medida que el hombre, especialmente en las áreas
rurales; también se pudo advertir que la mujer casada tenía tendencia a
votar en forma similar a la de su marido.1
En cuanto al liderazgo político de la mujer, Duverger manifestó que era
“ridículamente pequeño” y que resultaba curioso incluso que Estados Uni-
dos tuviera uno de los más bajos porcentajes de mujeres parlamentarias,
esto es, el 2 por ciento; correlativamente, resultaba escasa la influencia de
la mujer en la conformación de las agendas parlamentarias. Finalmente,
1Cfr. Gisela Zaremberg, Mujeres, votos y asistencia social en el méxico priísta y la Argentina
peronista, México, Latinoamericana de Ciencias Sociales; sede México, 2009, p. 15.
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precisó Maurice Duverger, las mujeres que ingresaban al mundo de la
política tenían un perfil ligado al ejercicio de profesiones liberales (medici-
na, derecho, etcétera) en mayor porcentaje que los hombres lo que no re-
presentaba al conjunto de la población femenina, constituida sobre todo
por esposas con bajos niveles de educación.2
Sin embargo, se justificaba el escaso interés de la mujer por la política y
su débil participación en la vida pública por factores biológicos y sociológi-
cos que hacían prácticamente incompatible la política con la femineidad.
En el caso particular de México, el interés de la mujer por participar en
la política y de exigir respeto para su derecho a intervenir en la vida social y
política del país ha existido siempre, por supuesto con las características de
cada época; en vía de ejemplo podemos citar la participación de una de las
heroínas de la independencia, doña Josefa Ortiz de Domínguez, conocida
también como la Corregidora de Querétaro, quien se mostró muy identifica-
da con los problemas de la clase social de los criollos, a la cual pertenecía
por ser descendiente de españoles; asimismo, defendía los intereses de cla-
se y hacía eco de las reivindicaciones de los derechos de los indios de Méxi-
co, quienes vivían en condiciones lamentables.
Según la historia, durante toda su vida Josefa Ortiz de Domínguez lu-
chó porque se reconocieran los derechos de los indígenas y aprovechó su
posición, como esposa del Corregidor de Querétaro, para llevar a cabo
numerosas obras de caridad. Se dice que además de su sentido filantrópico
era una mujer interesada por la cultura, que incluso ella y don Miguel Do-
mínguez, su esposo, organizaban en su casa “tertulias literarias”, a las que
asistían los capitanes Ignacio Allende y Juan Aldama, algunos sacerdotes
y comerciantes, teniendo como contertulio al cura de Dolores, Miguel Hi-
dalgo y Costilla, hombre ilustrado, ex rector del Colegio de San Nicolás de
Valladolid.3
Posteriormente, ya en el siglo XX, la mujer empezó a establecer nuevas
formas de liderazgo político, se hizo aún más evidente su lucha por el res-
peto a su derecho de participar en la vida social y política de todo el mun-
do, sin que México, sus estados y municipios, pudieran ser la excepción.
2Ibidem, pp. 15 y 16.
3Cfr. Pablo Escalante Gonzalbo et al., Nueva historia mínima de México, México, El Colegio
de México, 2004, p. 141.

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