ENTRE PARÉNTESIS / Se prohíbe la entrada

AutorDavid Martín del Campo

A Juan José Alessio R., in memoriam

Todos presumimos una favorita. La mía era, hasta enero pasado, "la Guada". Ahora tenemos datos que confirman su paso a mejor vida. ¿Quién, que se precie de impetuoso, no pasó algunas horas de euforia en sus mesas de bohemia? A la hora de la pregunta definitiva jamás cupo la duda, ¿adónde la seguimos? A la Guadalupana. No se diga más.

Su número de licencia era el 121002 y fue orgullosamente fundada, según lo anunciaba en su frontispicio, en 1932. Durante años estuvo ubicada en la calle de Higuera (la primera calle de Coyoacán, por donde transitaba el Conquistador hacia su casa), ostentando aquel letrero que la hizo emblemática: "Prohibida la entrada a uniformados, mujeres y menores de edad".

La cantina era regenteada (que es el verbo) por el astuto Manuel Cardona, hasta que en septiembre pasado falleció como los estoicos. Supusimos entonces que los herederos seguirían llevando el barco a buen puerto, a pesar de que Manolo nos tenía prohibidísimo el juego de dominó. Pero nos equivocamos. Desde fines de diciembre estuvo cerrada, en su nueva ubicación frente al jardín Hidalgo, y ahora sabemos que de manera definitiva.

¿Qué sentido tiene hablar de una cantina?, alguien se preguntará. Esos sitios de perdición (y encuentro), de vicio (e inspiración) donde acechan todos los pecados. Pero la verdad es que la idiosincrasia del mexicano estaría incompleta sin la presencia de esos antros. "Estoy en el rincón de una cantina, oyendo una canción que yo pedí. Me están sirviendo ahorita mi tequila, y ya va mi pensamiento rumbo a ti", entonaba José Alfredo en sus momentos de más sentida inspiración, "por tu amor que tanto quiero y tanto extraño, que me sirvan otra copa y muchas más"...

Definitivamente la cantina es el paraíso amniótico del mexicano. Ya lo sugirió Otto Rank al referir aquel (otro) vientre del que nunca debimos ser expulsados... empuñando la botella de ron hasta que un rufián nos la cambió por un insobornable biberón. ¿Para qué nos engañamos? Las cantinas mexicanas (que podrían incluirse en el...

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