ENTRE PARÉNTESIS / Los ojos de Liz

AutorDavid Martín del Campo

Nunca nos pondremos de acuerdo. ¿Quién fue la mujer más hermosa del siglo pasado? Muchísimos apostarían por Marilyn, algún despistado por la Loren, la Bardot, pero habemos los que rendimos nuestro corazón ante la mirada irresistible de Liz.

El jueves pasado amanecimos con la noticia.

Elizabeth Taylor había fallecido a consecuencias de una insuficiencia cardiaca. Languidecía, a los 79 años, en una silla de ruedas. El tiempo no perdona. Sin embargo Liz fue una gladiadora del amor. No podía vivir sin un hombre a la mano -tuvo siete maridos- y con Richard Burton, con quien casó dos veces, protagonizó uno de los amoríos más escandalosos de la época.

Todo comenzó durante el rodaje de "Cleopatra", la superproducción de Joseph L. Mankiewicz, cuando en Cinecittá llevaron ambos los roles estelares. El suyo se transformó entonces en un romance en Technicolor.

En aquel tiempo Brenda Maddox, la célebre cronista de chismes, bautizó aquél como "el adulterio más descarado del mundo", algo así como una Ana Karenina, pero sin remordimientos. Ambos estaban casados y ambos se arrebataron a la vista de todos en un escandaloso romance aderezado con ríos de vodka. Así fueron a recalar a Puerto Vallarta, donde John Huston afincaba la filmación de su rabioso filme, La noche de la iguana.

En aquel otoño de 1963 el pueblecito carecía de carretera y tenía sólo un puñado de hoteles rascuaches. Ahí llegó el terrible elenco, el cual unos y otros habían compartido camas y maridos. Además del tremebundo fornicador galés se daban cita, ni más ni menos, que Ava Gardner, el propio John Huston, Sue Lyon y la voluptuosa adúltera en De aquí a la eternidad, Deborah Kerr.

La película no resultó demasiado taquillera aunque se convirtió en un clásico mencionado por muchos pero visto por muy pocos... que para nuestro beneficio transformó radicalmente el semblante de aquel apacible pueblecito. De la noche a la mañana se dieron cita un centenar de "paparazzi" buscando el primer relámpago de aquella tormenta. Don Carlos Murguía, cronista de Puerto Vallarta, relataba aquellos excesos que nutrieron la prensa durante...

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