ENTRE PARÉNTESIS / Su majestad, el ratón

AutorDavid Martín del Campo

Están con nosotros desde siempre. Llegaron primero que los gatos y todo esfuerzo ha sido inútil para sacarlos de la alacena. Cuando asoman, la mujer de casa trepa en la silla y grita a punto de histérica: ¡Un ratón!, como si se tratase de un temible brontosaurio. Nadie sospecharía que la felicidad inocua del ratón Miguelito escondiera, por cierto, los millones de muertos que en la edad media ocasionó la pulga del ratón, vectora que fue de la temible peste negra.

Hay de ratones a ratones. Los justicieros, como el idealizado por Cri-crí con eso de "en la ratonera ha caído un ratón", amén de que era gringuito porque siempre hablaba inglés. O el Ratón Macías, el primer gran pugilista que dio Tepito al mundo y cuya frase (tras conquistar el título mosca) fue "todo se lo debo a la Virgencita de Guadalupe". O el ratón con el que ahora desplazo el cursor de mi computadora y que inventó el desaparecido Steve Jobs, fallecido el miércoles pasado.

Lo comentábamos alrededor de un mantel escurriendo nostalgia: las redacciones de hoy carecen del coraje de las de antaño, olorosas a tabaco y aguardiente, sumergidas en la tempestad que eran aquellas setenta mecanográficas a todo taca-taca escupiendo cuartillas que peleaban por llegar a la primera plana. Hoy las redacciones no suenan, no huelen, sólo el murmullo de los ratones deslizándose junto al teclado queda de aquéllas otras donde la enjundia era transpiración hasta las nueve de la noche.

Ya se ha dicho; el genio Jobs inventó, además del ratón, el Ipad, el Ipod, el Iphone y muchos de los adelantos cibernéticos que hoy utilizamos como quien destapa un refresco. Recuérdense aquellos teclados de antaño donde había que saber las combinaciones para una edición: F-4 + Control + tecla E. Por eso tantos escribanos prefirieron quedarse con sus dóciles Smith-Corona aguantando teclazos de a kilo. Ahora desplazamos el ratoncito y el obediente cursor guarda, borra y envía el texto al picar el ícono funcional.

Los antropólogos aseguran que nuestra especie debe su avanzada inteligencia al pulgar. Ese dedo que...

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