Entre Paréntesis / Despropósitos

AutorDavid Martín del Campo

In memoriam Juan García Ponce, héroe silente de la rebeldía.

Atragantarse con las doce uvas y beberse de un tirón la copa de champaña. Muy bien, que el Año Nuevo sea todo ventura y prosperidad. Muy bien, que como todos los años nos descosamos a la hora de los abrazos y las sinceridades a punto del sollozo. Muy bien, que sea tequila en vez de champaña y que alguien, ¡por Dios!, sintonice ya el radio para oír, puntuales, las doce campanadas que nos permitirán la redención... si logramos burlar luego los retenes del control antialcohólico.

Año nuevo y vida nueva. ¿Qué fue lo que nos prometimos hace precisamente un año? ¿Abandonar el cigarro, practicar un deporte, saldar la tarjeta de crédito, leer más, moderarnos en el parrandeo? Hasta nos compramos aquellos pants, diríase que aerodinámicos, para correr 40 minutos en el parque. La primera semana, de maravilla, fuimos tres días. La segunda dos. La tercera una vez, y luego, de cuando en cuando, empleamos esos pants con estrías para lavar el carro, ir de mañana por la leche al supermercado, o meternos a la cama con ellos cuando la pijama no alcanzó a secarse en el tendedero.

A mí, la verdad, me asusta ya eso de los propósitos de Año Nuevo. Y todo porque tengo amigos con voluntad prusiana que me hacen temblar cuando prometen: "Este año publicaré un libro de relatos; concluiré mi volumen de sonetos y escribiré una novela de largo aliento". Lo peor de todo es que, para infortunio de sus editores, lo cumplen. Y yo que no tengo voluntad ni de darle su manotazo al despertador impío de las 6:45. "De largo aliento", presumen al pasar revista, los domingos, a todos los suplementos culturales para ver cuántas líneas les ha ofrendado la crítica literaria. Cada año un libro, un amor, un árbol y, si se puede, un hijo.

La verdad es que el propósito más socorrido de estas fechas es el de abandonar el cigarro. Así que ahora tú, promisorio ex fumador, cumple con la cuota última cual si condenado a muerte, y échate de aquí a mañana dos cajetillas enteras, al fin que en la madrugada del jueves lo podrás presumir: "Ya llevo dos horas sin fumar". ¿Fue Groucho Marx el de la frase? "Es muy fácil dejar de fumar... yo lo he hecho ya siete veces en mi vida". Lo peor de todo es el ensañamiento contra los pequeños placeres que hacen la vida medianamente llevadera. Como si el primero de año fuera una declaración de guerra contra los carbohidratos, el tabaco, los grados Gay Lussac, el despilfarro y la bendita vagancia...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR