Entre Paréntesis / De la greña

AutorDavid Martín del Campo

Hace un año que murió don Carlos, mi peluquero. Desde entonces vago como un cromagnon a la deriva, mendigando la gracia de unas tijeras más o menos atinadas... y se nota.

Ocasionalmente pruebo en peluquerías de barrio, aquellas de sillones vetustos y loción alcanforada, y otras veces me atrevo en estéticas unisex, ésas de refresquito en la antesala y manicurista de hacernos babear.

He retornado incluso a la peluquería de mi adolescencia, desplazándome a lo ancho de media ciudad, pero los barberos de ahí ya no son los mismos y las revistas de entonces (Chanoc, Archie) han sido desplazadas por otras que se cansan de sumar denuncias semanales y gacetillas al mejor postor.

Nunca estamos en paz con nuestra cabellera. Por eso inventaron el cepillo y la glostora. Con ellos nos obligamos a la imagen de que nos hemos arreglado y esos cuatro minutos ante el espejo (o 45) serán la garantía de nuestra aceptación social.

Por eso me ha llamado la atención el curioso anuncio en lo alto de los edificios. "Despeinado, como recién levantado", reza la frase publicitaria junto al risueño adolescente, casi púber, luciendo la greña cual si recién expulsado de las sábanas. A ese look se le llama ahora "out of bed" y pretende sugerir la estampa descuidada, fresca e informal del clásico tarambana.

Que el desaliño se apodere, como si no hiciera falta, de toda una generación. Como si la guerra con el peine fuese una garantía de espontaneidad y desenvoltura. Un poco a lo Brad Pitt en medio de la farra, un mucho homenajeando al insustituible Madaleno en sus apariciones de antología en el programa El Club del Hogar.

Desparpajo, insolencia y una pizca de cinismo que nos hacen preferir la pijama a mediodía en lugar de la rigurosa corbata a las 9:30 de la mañana. Todo ello nos recuerda que el "peladito" mexicano habita, por norma, en las antípodas de los estilistas y no hubo película de la época de oro sin su personaje mamarracho, a lo "Pito Pérez" o la "Chorreada", demostrando que los excesos de impudicia, más que transgresión clasista, eran la garantía juerguista de la existencia que vale de ser vivida y, por lo tanto, gozada.

Aunque nos sepamos perdedores, reos del "lado moridor de la vida" (José Revueltas dixit) en el proyecto occidentalizador, competitivo y excluyente del capitalismo -cuyo paradigma son los chicos peinaditos, english spoken, de la promisoria clase bursátil- siempre queda la posibilidad revanchista, afrentosa, de conducirnos y presentarnos al desgreñe.

...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR