Un paraíso embrujado

AutorCarla Guerrero

REFORMA / Enviada

Enclavada en la región de Los Tuxtlas, en Veracruz, se encuentra Catemaco. Su vegetación generosa y su historia mestiza lo convierten en sitio de brujos y curanderos, que se reúnen el primer viernes de marzo para invocar a las fuerzas que rigen a la naturaleza.

Asentamiento temporal de los olmecas y antiguo paso de mexicas, mayas y teotihuacanos, los sabios de estas culturas encontraron en Catemaco el lugar ideal para el desarrollo de la herbolaria, naciendo así la figura del chamán.

Yerbas, conjuros ancestrales al dios Huichilobo y noches de luna llena fueron el escenario para la comunicación entre dioses y hombres en aquella época.

Durante la Colonia se dio una especie de unión entre el culto herbolario del chamán y los nuevos preceptos religiosos traídos por los evangélicos. El sincretismo definió la cosmovisión de este pueblo veracruzano.

Catemaco es hoy un "territorio de brujos", donde el próximo 1 de marzo la dirección de turismo de la región organizará un encuentro de curanderos.

En medio de un anillo de fuego y de frente a la laguna, se realizará un ejemplo de misa negra como las que se practican en el Cerro del Mono Blanco.

Los visitantes encuentran una amplia oferta de hoteles de tres y cuatro estrellas ubicados en la calle principal, de frente al malecón, con nombres como "Siete Brujas", "La Luna" o "El Gato Negro". Los mercados venden playeras con la silueta de brujas que cruzan en escoba la luna, y en los puestos montados sobre la calle se ofrecen amuletos para curar el mal de amores o para una "infinita" protección.

Pero más allá de los hechos históricos y de las estrategias turísticas, Catemaco es mágico porque posee una energía propia. Se percibe a partir de las aguas calmas de su laguna formada en la cuenca de los volcanes, de su fauna y flora diversa, y de sus puestas de sol que tachonean de colores el cielo que enmarca a esta ciudad de pescadores.

Visitando al Brujo

Quienes vienen a Catemaco viajan con sus esperanzas puestas en las "limpias", amuletos y recomendaciones de los curanderos para encontrar el amor, la salud o el dinero.

Por las calles, niños en bicicleta ofrecen al turista reconocible llevarlo a la casa del brujo mayor por unos cuantos pesos.

"Mi abuela era una gran curandera. Ella siempre sabía cuándo la iban a visitar las personas. Recuerdo que una vez me dijo que la iría a ver una mujer en un carro rojo y así sucedió", relata Ricardo, un local.

Si se pregunta por el mejor curandero de Catemaco se llega a Pedro Gueixpan. Su casa es grande y con autos estacionados en la entrada. De la puerta abierta salen aromas de hierbas e incienso. En una sala improvisada aguardan mujeres y hombres, jóvenes y viejos sentados con sus brazos cruzados y mirándose entre ellos.

"A una tía mía le quitó el dolor que tenía en la...

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