Un paraíso en Canadá

AutorAdalberto Ríos Szalay

¿Quién no ha soñado con estar en un bosque canadiense o en una canoa a la orilla de un lago cristalino rodeado por montañas nevadas al fondo, y con el calor de una chimenea esperando dentro de una cabaña de madera? ¿Qué tan posible y accesible es esto? No exagero si le digo que son miles los sitios donde pueden atenderle a cuerpo de rey y a buenos precios.

Ante la inmensidad de Canadá, comencemos por seleccionar un lugar: Ontario, que en el año 2000 recibió a 9.4 millones de turistas atraídos por sus 250 mil lagos,106 parques nacionales y 378 nuevas áreas protegidas.

Ontario resulta inmenso, su parte más al norte coincide con Suecia (tan es así que tiene osos polares), y su parte más sureña está a la misma altura que el norte de California (con grandes extensiones de viñedos).

Algonquin es el parque nacional más antiguo de Ontario, con una superficie de 7 mil 725 kilómetros cuadrados (lo que equivale a 1.5 veces la extensión del estado de Morelos); está a la misma distancia de Toronto y Ottawa (unas tres horas y media para cubrir 280 kilómetros).

Este parque se fundó en 1893 para crear un santuario natural y proteger las fuentes de cinco ríos, miles de lagos, arroyos, zonas inundadas y crestas rocosas, cañones y bosques de abetos que albergan a 262 especies de aves, 45 de mamíferos, 30 de reptiles y anfibios no venenosos, 50 de peces y 7 mil de insectos, además de mil especies de plantas diferentes y a un millar de hongos.

¿Cuándo viajar y qué ver?

Se dice, y con razón, que Canadá es un país para disfrutar en todo momento. Los atractivos de Algonquin, por ejemplo, se deben multiplicar por cuatro atendiendo a las estaciones.

La primavera en Algonquin es renacimiento, la mejor época y lugar para pescar truchas, y sitio óptimo del continente para ver alces (incluso a la orilla de la carretera).

El verano es para asolearse en comunión con la naturaleza, con múltiples deportes acuáticos durante el día. El mes de agosto es también el momento para escuchar, en paseos nocturnos, el aullar de los lobos.

El otoño ofrece el espectáculo de sus bosques de colores mutantes: rojos, naranjas y dorados en contraste con los lagos azules. Para admirar este espectáculo único, octubre es el mes clave.

El invierno también recibe visitantes que desean vivir la aventura de participar en paseos a campo traviesa con skies o en trineos tirados por perros.

Recorridos para todos

El Parque Algonquin se puede disfrutar en automóvil. Tome la carretera 60 que cruza por...

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