ENTRE PARÉNTESIS / Querida hermana

AutorDavid Martín del Campo

Hay promesas imposibles de cumplir. Algo de eso juró el niño José Benítez a su hermana menor -posiblemente en 1963- a quien profesaba una especial veneración. Siempre hay fraternidades así, estableciendo misteriosas complicidades. Eso le habría confesado José a la pequeña Ana Luisa Giselle: "el día que tú te mueras, yo también me voy a morir". Niños fantasiosos, que abundan.

Ana Benítez descubrió su vocación entre las cazuelas. Ese tino para saber cuál es la diferencia entre aliñar con vinagre o con limón, entre sofreír con ajo un minuto o cuatro. Su llamado a las letras por eso mismo tropezaba, de modo que su destino fue marcado por la indómita Naturaleza. Una mala noche de 1988, cuando vivía en Ciudad Victoria, entró a tierra el huracán "Gilberto" y arrasó las llanuras tamaulipecas. Así lo rememoraba luego: "El ciclón se llevó las cúpulas presurizadas donde mi marido había concentrado unos cultivos de alto rendimiento. A la mañana siguiente no había nada y los restos de aquello fueron hallados a 40 kilómetros. Se acabó todo, y a poco también el matrimonio".

Vida nueva y un destino como "gourmet". Ana Benítez se inició publicando libros de cocina mexicana. Dos de ellos están referidos a la gastronomía precortesiana y los escribió en mancuerna con el arqueólogo Felipe Solís. Igualmente fundó la empresa de alta cocina "El discreto encanto", y lo mismo protagonizó una serie de programas de televisión sobre gastronomía. En ocasiones la visitábamos para paladear ostras chilenas recién desembarcadas de un avión. Era la oportunidad de curiosear en su cocina y admirar aquel tinglado de cacerolas, ralladores y cuchillos sobre los que flotaba el aroma revuelto del orégano, la vainilla y el chile poblano.

La primera señal fue durante un viaje por Oriente. Ana sintió un extraño malestar y prefirió dejar la India y hacer escala en Madrid, donde los médicos lograron estabilizarla. Siguió con sus libros, conferencias y banquetes, y en ese trance reencontró el amor. Olvidó los males y el semblante le cambió. Dicen que la dicha inicia en la mesa, y era un principio que Ana practicaba todos los días.

José, el hermano locuaz, no lo era tanto. Como parte de una familia vinculada a la palabra (su hermano Gabriel ha sido periodista y editor), el buen José practicó la fotografía con buen tino y además realizó centenares de programas educativos para la televisión. Es famoso el documental que dirigió en torno a la figura de Miguel Covarrubias, el connotado...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR