Entre Paréntesis / No escribirás

AutorDavid Martín del Campo

Estas son mis últimas letras. Adiós. Me lanzaré al despeñadero del silencio al fin que si algo sobra, después de todo, son las palabras. Vean mi video-clip en "YouTube" junto al de Woody Allen (buscar en el sitio speechlesshollywood). Y por favor, no comenten nada.

El designio de la parquedad supone un homenaje a la Naturaleza, al Cosmos, al tiempo antes del tiempo. En el origen fue el caos -está escrito-, pero ese desorden atesoraba como principio el del silencio. Nadie decía palabra, nadie se quejaba, nadie escuchaba. Por esa razón he decidido solidarizarme con los escritores huelguistas. No los que dicen que escriben (sobre todo en los cocteles de fin de año) sino aquellos de Hollywood que comen de lo que escriben.

No escribiré más. Lo juro por la efigie de Juan Rulfo que resguarda mi mesa de trabajo. Él, que con las 300 páginas de sus dos libros ganó un sitial en la Literatura con Mayúsculas del siglo XX. Y no escribiré más, créanmelo, movido por una convicción: hay demasiados libros y el lector, está más que visto, es una especie en extinción. Además que me pondré en huelga afuera de mi editorial. Quizás no sea una huelga de hambre (los tiempos no están para tales desenfrenos) pero sí una "huelga de escritura". No escribiré, no leeré, no escucharé palabra alguna. Y eso sí: con mi camiseta roja y negra fuera del edificio, al fin que en Polanco se puede topar uno con estrafalarios de todo tipo.

Y no es que me haya conmovido el videoclip de Woody Allen (¿ya lo vieron en YouTube?). El buen pelirrojo despistado mirando a cámara, junto a la chimenea de casa y sosteniendo una taza de café. Sorbe una y dos y tres veces sin decir palabra alguna -subrayando de ese modo la paradoja de contar una historia con la ausencia del libretista- y de pronto se escuchan las carcajadas grabadas de un público ausente. Así contrataré mi equipo de sonido, con aplausos de estudio, apoyándome en mi huelga de escritura. Que se percaten mis editores del crimen que están a punto de cometer.

Y no se trata sólo de no escribir y no leer (o que alguien pudiera morir por eso). Sería absurdo. Hablo del crimen de no entender que mi libro (que me han rechazado sin poder argumentar una sola razón de peso... o solamente esa) iba a cambiar...

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