Papeles de una olvidada travesía

Fecha de publicación09 Octubre 2023

Por Cecilia Kühne

Si alguna vez fue el ídolo de alguien, hoy no lo es más. Ya no vive aquí. Y mire que hasta hace un par de años tenía un monumento en una glorieta del Paseo de la Reforma. (Una enorme estatua que lo representaba con una mano dirigida al cielo y con la otra levantando el velo que cubría una parte de un mundo que, antes de él, nadie había descubierto (dijo la Historia por más de 500 años).

Estaba en los libros de texto, pero de este lado de la Mar Océano no fue siempre una figura muy bien vista por todos. Nunca tuvo muy buena fama y se convirtió en chivo expiatorio. En el perfecto candidato para arrojar a su efigie unos muy caros huevazos que la raza atesoraba cada 12 de octubre. Una expresión de furia para cobrar su parte de culpa de que nuestras raíces hubieran desaparecido en el oprobio, a nadie le importara hablar náhuatl y el mundo hubiera cambiado por armas de fuego los cuchillos de obsidiana.

Desde el principio –y a nivel internacional– la sola mención de Cristóbal Colón provocó ciertas molestias. El origen de su nacimiento nunca fue claro, aunque la versión más aceptada fue era había nacido en Génova. Sus adversarios decían que la documentación de su vida estaba llena de lagunas y misterios. (Hasta la misma Wikipedia se hace bolas cuando afirma: Cristóbal Colón. Lugar discutido, c. 1436-1451 – murió en Valladolid, España, 20 de mayo de 1506) fue un navegante, cartógrafo, almirante, virrey y gobernador general de las Indias al servicio de la Corona de Castilla, famoso por haber realizado el denominado descubrimiento de América, en 1492.)

Incluso, el libro de su hijo Hernando Colón, no resultaba muy claro y textos tan parciales como: “Venciendo prejuicios e intereses, temores e ignorancias, el hábil y ambicioso marino genovés Cristóbal Colón arribó a América por la Isla Guanahaní, imponiendo su primera determinación colonialista al renombrarla San Salvador”, o tan inútilmente precisos como el titulado “Las cosas suplicadas y que Vuestras Altezas dan y otorgan a D. Cristóbal Colón en alguna satisfacción de lo que ha de descubrir en las mares Oceánicas, del viaje que ahora, con la ayuda de Dios, ha de hacer por ellas en servicio de Vuestras Altezas,” tampoco sirvieron de mucho.

Sabemos, eso sí, de sus amplios conocimientos de navegación y cartografía y de las habilidades y ambiciones que le permitieron concebir el proyecto para partir de Europa en viaje marítimo hacia el Oeste para llegar a Asia...

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