Pánico Escénico/ Tiempo de escuchar

AutorJosé Ramón Enríquez

Los cambios en la Coordinación Nacional de Teatro del INBA vinieron a confirmar que setenta años de priismo nos legaron una cultura como nación mucho más profunda de la que se vive en lo artístico y aun en lo político. Preguntas y comentarios giraron más o menos en torno al mismo tema: ¿se merecía irse quien se fue y se merecía llegar quien llegó?

Lo cual puede ser leído en otros términos: el "premio" que supone tal puesto, ¿fue justamente adjudicado? O, peor, ¿a quién y de qué grupo le tocó el "hueso" prehistórico y apetecido?

Creo que en una democracia, por incipiente que sea, preguntas y comentarios deberían transitar por otras vías... por ejemplo: quien llega o quien se va, ¿era o es el más capaz para llevar a cabo el proyecto cultural por el cual, de una manera o de otra, la sociedad se manifestó en unas elecciones específicas? Al menos, debería estar en el centro de la discusión la forma en que la voluntad ciudadana está siendo leída por el Ejecutivo, lectura de la cual se desprenden nombramientos específicos. También debería estarse discutiendo la lectura del Poder Legislativo, de la cual se desprenden los presupuestos para el teatro. Y aun por el Judicial, que debería defender la aplicación de las leyes... Por mi parte, sólo con esos elementos claramente digeridos por la sociedad en general, así como por las comunidades teatrales -que son múltiples y variadas- y hasta por los grupos de presión, podría responder a la pregunta de si tal funcionario está funcionando mejor o peor, y si tales críticas o aplausos son siquiera respetables...

Considero que Otto Minera merece mi reconocimiento y mi cariño, como los merece Enrique Singer, y también Saúl Juárez, legendario luchador contra la macrocefalia centralista, y quien tiene todo el derecho a conformar su equipo, precisamente para tener todo el deber de responder por su proyecto... Sin embargo, me parece inmensamente pobre la lectura que se ha hecho de la voluntad ciudadana en cuanto al hecho escénico se refiere, sobre todo en los presupuestos, que son la única posibilidad de romper el círculo vicioso del centralismo, más allá de la retórica.

Respecto a la retórica: cuanto menos, mejor. Por eso, siempre es preferible que no se haga ninguna lectura desde el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial sobre el deber ser o sobre las esencias de la teatralidad nacional.

Pero la sociedad, las comunidades teatrales y los medios sí debemos discutir sobre estos temas. Y discutir muchísimo. Lo...

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