Pánico Escénico / Conflicto en Mérida

AutorJosé Ramón Enríquez

En un artículo publicado en el Por Esto! de la capital yucateca, mi querida camarada Tere Jardí, tras recordar tiempos de lucha, dedicaba inmerecidos elogios a mi presencia en Yucatán, hacía algunas justas puntualizaciones a mi nota "Mérida, teatro vivo" y concluía con una pregunta, a mi parecer insuficientemente concreta.

Tere y su tema se merecen todo mi interés, pues cuanto ocurre en una ciudad concierne a la nación, sobre todo cuanto concierne a programas nacionales para fortalecimiento de espacios artísticos en el llamado "interior" del país.

Respecto a las cifras de obras presentadas en El Teatrito, confieso que no cotejé ni crucé informaciones. Intentaba un recuento "no exhaustivo", una simple comprobación de que en Mérida estaba el teatro vivo y en franco crecimiento. Mi zarandeado informante me dice que fueron tres las producciones de El Teatrito, pero diez o más los montajes en su espacio. En caso de estar él en lo cierto, debí puntualizarlo. Asumo toda la responsabilidad por el desliz y mantengo la nuez del párrafo: "El proyecto independiente de El Teatrito mantuvo sus banderas"...

Pero el punto nodal del artículo de Tere me parece vago y, en cualquier caso, me siento sin calificaciones para responderlo. Pregunta Tere: "¿Cómo se puede sustentar como ético el que una serie de funcionarios públicos del estado de Yucatán sean los beneficiarios de un financiamiento público como es el de México en Escena del CONACULTA?".

Como yo nunca he sustentado nada al respecto, no sé cómo. Y haría falta especificar qué funcionarios, de qué manera y si ha habido desvío de fondos. Digo esto último porque el destino de los fondos del rubro específico de México en Escena a que se refiere más adelante Tere al señalar a Escena 40 Grados, es el apoyo a espacios al servicio de las comunidades teatrales.

Si los fondos se usan en este sentido, y no van a las cuentas privadas de nadie (para lo cual debe haber transparencia y auditorías), sustento que sí, es perfectamente ético que haya funcionarios públicos en los proyectos, sobre todo cuando lo ideal es que los funcionarios del arte sean artistas y no puede pedirse a los artistas que se ahoguen como tales al cumplir una función pública.

Esa pregunta, cifrada...

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